La valentía de Don Quijote y Mandela

Opinión
/ 18 junio 2024

Nelson Mandela fue un hombre que luchó contra la discriminación y la segregación, fue un personaje valiente que superó la soledad, la adversidad y sufrimientos inimaginables para alcanzar sus más excelsas convicciones.

Pasó la mayor parte de sus 27 años de encarcelamiento en la prisión de Robben Island, bajo condiciones extremadamente duras y de aislamiento. Durante todo ese tiempo, se convirtió en un símbolo mundial de resistencia contra la opresión racial del régimen del apartheid en Sudáfrica. Su encarcelamiento destacó las injusticias del sistema y atrajo la atención internacional, intensificando la presión sobre el gobierno sudafricano para reformar sus políticas racistas.

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Es una figura emblemática en la lucha por la justicia y la igualdad, cuyo tiempo en prisión y posterior liberación simbolizan la resistencia y la esperanza de cambio.

Mandela tuvo el valor de luchar contra corriente para finalmente vencer, dejando a la humanidad un legado de valentía y congruencia, pero esto no implicó que no sintiera miedo durante su larga cruzada, como lo podemos apreciar en sus propias palabras: “Aprendí que el coraje no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que conquista ese miedo”.

A PESAR

Mucha razón tiene Mandela: tener valor no significa la ausencia de miedo, sino saber dominarlo, aprovecharlo y trascenderlo, realidad que implica desarrollar la fortaleza de espíritu para superar los temores propios de nuestra naturaleza, para apostarle a la congruencia en tiempos de duda e incertidumbre, para hacer caso a la conciencia a pesar de que todos aplaudan hacer lo contrario, para ir contra corriente de una sociedad que aclama la frivolidad e indiferencia.

Triunfar sobre el miedo requiere energía moral y coraje para atreverse a realizar precisamente eso que tememos, sabiendo que “los fantasmas dan más miedo de lejos que de cerca”.

Existe una correlación a considerar: entre mayor sea el optimismo y la esperanza para cambiar el entorno, mayor será la fortaleza para actuar gracias al miedo, lo que nos vuelve más humanos. Más sensibles.

Ser valientes implica fuerza interior para vivir la libertad con responsabilidad, para cambiar primero uno y así asumir el liderazgo de la existencia propia con actitudes que permitan hacer de los obstáculos nuevos caminos. Sendas inéditas.

Bien lo apuntó Aristóteles: “La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía” y siempre habrá actos que sirvan para practicar este excelso valor.

DEFENDER

Se requiere valentía para frenar la indiferencia y defender los valores que fortalecen a la familia, la libertad y la vida; para luchar contra la nefasta corrupción y las mentiras; para recuperar la paz y la convivencia, para combatir la injusticia y la pobreza en la que sobreviven millones de mexicanos; para decir no a la discriminación y la violencia que padecen innumerables mujeres, niños, personas con capacidades diferentes y también a tantos adultos mayores que padecen abandono y desprecio; para tender la mano al que sufre; para ser compasivos con los descartados.

Apremia la valentía para desafiar lo desconocido materializando los ideales que inspiran el corazón, para cruzar con fe el desierto de las dudas y desafíos personales, para respetar y cumplir nuestras promesas, para mantener con dignidad la persona que somos, para llevar con la cabeza en alto las contingencias y escollos de la vida, para admitirnos seres finitos, humildes, pero también eternos, para materializar los más excelsos ideales que duermen en nuestro espíritu esperando despertar, para comprender que la vida no siempre es fácil, pero siempre puede ser plena. Para despertar en héroe que puebla a todo ser humano.

CONVOCATORIA

En abril de 2016, el Papa Francisco le dijo a la juventud del mundo: “Crecer misericordioso significa aprender a ser valiente en el amor concreto y desinteresado (...) Esto hace bien al corazón, pero hay que ser valientes para ir contra corriente (...) Apostad por los grandes ideales, por las cosas grandes. Los cristianos no hemos sido elegidos por el Señor para pequeñeces. Hemos de ir siempre más allá, hacia las cosas grandes. Jóvenes, poned en juego vuestra vida por grandes ideales”.

De esta manera convocó a la juventud a perseguir grandes ideales y a no enfocarse en cosas insignificantes. Este llamado a la grandeza no se refiere a logros materiales o éxitos mundanos, sino a aspiraciones espirituales y morales que trascienden lo cotidiano y lo banal. Implica un compromiso profundo con los valores como la justicia, la paz y el amor al prójimo.

En este contexto, el Papa destacó su papel crucial de la juventud para la transformación del mundo, animándolos a “poner en juego su vida”, lo que sugiere una entrega total y una disposición a sacrificarse por causas que beneficien a la humanidad y desde luego la libertad.

NO TODO DA IGUAL

Para incidir positivamente en la comunidad, es fundamental reconocer que no todas las acciones, decisiones o circunstancias tienen el mismo valor o impacto. De ahí la importancia del discernimiento y el juicio en la vida diaria. Trabajar por los derechos humanos, la igualdad de oportunidades y la eliminación de la discriminación son acciones que promueven una sociedad más justa y armoniosa. Ignorar estas luchas perpetúa las desigualdades y las injusticias.

No todo da igual, ya que no todas las opciones son moralmente equivalentes. Algunos actos reflejan integridad, honestidad y compasión, mientras que otros pueden ser perjudiciales, egoístas o injustos.

Es evidente que las decisiones que tomamos tienen consecuencias que pueden afectar a otros y al entorno en que vivimos. Elegir ayudar a alguien en necesidad o participar en acciones comunitarias positivas no es igual que ignorar la injusticia o contribuir a la corrupción. El impacto de nuestras elecciones puede ser profundo y duradero, tanto en nuestra vida como en la de quienes nos rodean.

En el ámbito profesional y académico, la calidad y el esfuerzo no son indiferentes. El compromiso con la excelencia y la dedicación puede llevar a logros significativos y al progreso, mientras que la apatía y la falta de esfuerzo pueden resultar en mediocridad y fracaso. Valorar la calidad en el trabajo y el estudio refleja una ética de responsabilidad y respeto por uno mismo y por los demás.

Los seres humanos vivimos entre el miedo y la incertidumbre, los que hacen de su vida plenitud, tal vez sean personas que han comprendido que el temor, no es una desgracia, sino un don que les recuerda, todos los días, que están vivos. Es un privilegio que les echa en cara el “porqué” y “para qué” de su existencia, que les hace comprender que toda vida plena incluye caminos azarosos que impulsan su valentía, voluntad y fe, proporcionándoles experiencias transformadoras. Milagrosas.

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DON QUIJOTE

Tengo la certeza que existe la esperanza de un mejor porvenir, ya que existe infinidad de personas comunes y corrientes que, como Mandela, paradójicamente, gracias a sus indigencias y miedos un buen día se atrevieron a liberar al héroe que, silenciosamente, siempre les había habitado... Héroe que también, calladamente, vive en cada persona a quién no todo le da igual.

Don Quijote es el héroe de la valentía, el Caballero misericordioso de la Mancha, que representa un épico personaje, siempre universal, que se atrevió a enfrentar el miedo y las adversidades. Hablo de ese Quijote, de cabalgadura sensata, de sueños e ideales inmensos e imparables, cuyo corazón sigue inspirado a derrotar el miedo de los soñadores, muchos anónimos, que diariamente construyen un mundo hermano y humano. Sencillamente fraternal.

Don Quijote y Mandela son el arquetipo valiente de la humanidad en su búsqueda incesante de significado, justicia y amor hacia el prójimo.

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