Las generaciones digitales, ¿cómo van en educación?
COMPARTIR
Las generaciones que en estos momentos se enfrentan diariamente a la tecnología en todas sus modalidades, habrán de saber elegir con mucha atingencia entre todos los elementos a que invita a explorar el mundo de la información que se coloca frente a sus ojos y se expone a sus oídos.
Son generaciones expuestas no únicamente a mensajes habidos en los espacios públicos cerrados y abiertos: anuncios, carteles, espectaculares, sino también a lo que detrás de las redes sociales, los medios digitales están creando en el día a día.
Son estas generaciones no solamente expuestas a ello, sino, además, generadoras ellas mismas de contenidos que, al momento de ingresar en el mundo digital, se llegan a convertir en figuras que pueden lograr a obtener miles de seguidores.
¿En cuánto está afectando a las infancias la temprana incursión en redes y plataformas sociales?
Hay miradas que se pierden en los dispositivos. Cuando esas miradas dejan de tener interacción con el entorno local, ha llegado el momento de preocuparse.
Niños, adolescentes y jóvenes están cada vez más imbuidos en los dispositivos. Su día empieza con ellos y termina con ellos. Se ha establecido para muchos una necesidad que creen irremplazable en el mundo real.
De esta manera, teniendo a una persona frente a sí, son poco hábiles para establecer una comunicación efectiva con ella. En cambio, en el dispositivo pueden hacer muchas operaciones e intercambios sociales que les llega a demandar mucho tiempo.
La pandemia hizo mella en los procesos de socialización necesarios para niños y adolescentes. Les impidió entrar en contacto en un momento en que les era importante platicar, poner en común sus ideas, expresarse con los que son sus iguales.
Con esos iguales trataron de establecer comunicación a través de los dispositivos y lo lograron: comprendieron los mecanismos de las plataformas y se abocaron a emplearlos para socializar. Hoy conocen cómo acceder a ellos más, a veces, que los propios padres o tutores.
Lo que vino después fue que una enorme cantidad de jóvenes ya no salieron de los dispositivos y permanecieron las comunicaciones a través de estos artilugios.
Entran en pánico para establecer relaciones personales y mucho más si se trata de adultos, aunque sean familiares. Las figuras de autoridad dejaron de tener prestigio para algunos, pues además se hizo más palpable la posibilidad de que todos eventualmente tengan oportunidad de constituirse en figuras reconocidas, o de hablar o tocar cualquier punto en una conversación digital y de llegar con ella a públicos inconmensurables que demostrarán con vistas y likes su visita a las páginas.
Otro tema que salió perdiendo a raíz de la pandemia en esta parte de la sociedad fue el de la lectura y la escritura. Aunque un dispositivo exige escribir, no necesariamente se está escribiendo correctamente. Además, el “auxilio” del corrector automático entorpece, a veces, más que ayudar. Leer no basta tampoco; las imágenes aparecen y desaparecen proporcionando la información básica indispensable para los niños y jóvenes.
Si la educación se ocupa de este fenómeno habría que comenzar por realizar diagnósticos y observar cómo se comporta en los alumnos, de unos y otros grados escolares, para poder implementar acciones que vayan en beneficio de la educación completa e integral. Esta no se alcanzará con repasos diarios de lo que las redes ofrecen de manera superficial.
La profundidad en la búsqueda del conocimiento sigue siendo clave y es indispensable insistir en ella.