Pasaron el Día Internacional de la Mujer y el Día Nacional sin Nosotras, movimientos contiguos y consecuentes. Empecé a recordar a un gran intelectual francés que vino a Saltillo a la Feria del Libro. El gran auditorio estaba a reventar. También referiré a algunas lecturas del maestro.
Desde 1983, que yo recuerde, Lipovetsky ya hablaba de los derechos de las mujeres y de feminismo, algo que a muy pocos preocupaba. Es más, la mayoría de las muchachas que ahora desfilan, pintarrajean, gritan, reclaman, exigen no regalitos, sino justicia, todavía no nacían. Lipovetsky decía que el machismo francés era dominante, pero que ya le estaba viendo el fin; un poco profético. ¿Qué hubiera pensado del patriarcado-machismo mexicano? Unos ejemplos.
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Por mi parte confieso que fui formado en el más deplorable machismo que me tocó vivir. No me siento culpable porque esa era la cultura y uno la adquiría en casa, entre amigos, en las escuelas, el radio, el cine y las canciones. Estas dos últimas fueron fatales: desde Pedro Infante, incluyendo a Tin Tan, pasando por Agustín Lara y Piporro y el gran José Alfredo (ejemplo simple: “Sigo Siendo el Rey”). Y no dejo de lado a la Iglesia, en que me formé como creyente honesto y voluntarioso: época (creo) que apenas empieza a desperezarse. El clero, los religiosos, por ejemplo: lasallistas o salesianos, sin dejar de lado a los jesuitas, eran machos o mulas en reversa. No se diga de los partidos.
Hernández Vélez escribió un libro sobre la historia del Partido Revolucionario Institucional de Coahuila: en 80 años no tuvieron una dirigente priista, y a la primera no la eligieron, sino que le cayó el título del cielo porque el presidente estatal renunció para irse a ganar más dinero a la Ciudad de México y el reglamento la hacía presidenta; no pudieron oponerse a que ella tomara el puesto. Hernández Vélez, Higinio González y otros fueron presidentes: tenían méritos.
No puedo olvidarme de cuando las cosas empezaron a cambiar. El Partido Acción Nacional (PAN) ya asomaba la cabeza y había ganado puestos a pulso. Entonces el jefe de jefes del PRI, Rubén Moreira, con su astucia y un poder omnímodo, vio que podía perder varios puestos en la Cámara de Diputados y lanzó a tres muchachas guapas a la lid, colocando a tres varones como sus suplentes. Las tres ganaron. Y lo que sigue es para Kafka: les tomaron protesta en la Cámara y protestaron obedecer todas las leyes y reglamentos que les dictaron. Una de ellas tomó la palabra de inmediato y, al usarla, pidió licencia para dejar su cargo, cosa que le concedieron. A los 26 minutos de haber sido electa dejó de ser diputada y el varón, su suplente, juró por sí. Es, sin duda, el caso más vertiginoso del mundo de alguien que fue electo a no ser nadie. ¡Era la condición real de las mujeres coahuilenses!
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Regreso a Lipovetsky. Dos libros fundamentales “La Era del Vacío” y “La Sociedad de la Decepción”. Ahí mencionaba el arribo del populismo que estamos viviendo en México, Estados Unidos, Polonia, Argentina (por supuesto, hay populismos de izquierda y de derecha). Pero hay un enorme ejemplo de una gran política: Angela Merkel, que enfrentó crisis, se midió con Putin, mantuvo la unidad de Europa, pidió perdón a Grecia porque Alemania la maltrató brutalmente, etcétera. Mujer que valía por diez políticos varones mediocres.
Se me acabó el espacio. Sólo una frase de Lipovetsky: “La dinámica de acceso de la mujer a la sociedad en igualdad de condiciones que el hombre es irreversible”.