Lo peor de la herencia: lo que dejó AMLO a México
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Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia con la promesa de acabar con la corrupción, de velar primero por los pobres y de guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen. Además de lo anterior, AMLO prometió que el país crecería en promedio a un cuatro por ciento anual. La corrupción aumentó escandalosamente, y en cuanto al crecimiento prácticamente fue nulo. Un año crecimos al 0.01 por ciento, el otro peor todavía, y así hasta completar el menor crecimiento acumulado en las últimas cinco administraciones que le precedieron.
Durante el sexenio de AMLO aumentó la desigualdad económica y creció el número de los mexicanos en pobreza extrema y, por si fuera poco, endeudó al país para gastar una millonada en becas que le ayudaron a comprar conciencias, y en caprichosos proyectos que aún no demuestran su utilidad para los mexicanos: el aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas, que al día de hoy no ha refinado ni una sola gota de crudo.
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La gasolina, lejos de costar 10 pesos el litro como prometió, ahora cuesta más de 25 pesos. La electricidad es ahora también más cara, así como los productos de la canasta básica que han aumentado en más de un 100 por ciento.
Con un país dividido luego de sus mensajes maniqueos y mentirosos, con López Obrador se incrementó el desempleo y el número de mexicanos que han intentado migrar hacia Estados Unidos.
La corrupción alcanzó niveles escandalosos estando involucrados hasta los familiares más cercanos del presidente, como tres de sus hijos, dos de sus hermanos, una de sus primas y numerosos empleados del gobierno de la 4T que se aprovecharon de organismos como Segalmex, el Insabi, el IMSS, la CFE, PEMEX, y las obras de infraestructura más significativas de la administración actual, en las cuales López aprovechó para coludir a los altos mandos de las Fuerzas Armadas de México.
El crimen organizado tiene más poder que nunca, y eso se ve en que en este sexenio de López se rebasó por mucho, con respecto a administraciones anteriores, el número de asesinatos, de desapariciones, de extorsiones y se demostró que los abrazos a los delincuentes y los balazos a los mexicanos dejaron más de 200 mil asesinados.
El gobierno de Andrés Manuel dejó a más de 55 millones de mexicanos sin acceso a servicios de salud, escasearon los medicamentos y cientos de niños con cáncer murieron por falta de los tratamientos adecuados. Atacó sin tregua a la libertad de expresión e intervino descaradamente en las elecciones presidenciales de su sucesora.
Sólo una promesa cumplió el presidente López Obrador: mandar al diablo a nuestras instituciones. Luego de acabar con el INAI, y de minar la independencia del Poder Judicial, además de ordenar a sus incondicionales del INE y del TRIFE que aprobaran la sobrerrepresentación de Morena y de sus aliados para que ocuparan el 72 por ciento de las curules de la Cámara de Diputados pese a ganar las elecciones federales con el 54 por ciento de los votos.
Otra herencia criminal de López fueron los millonarios derroches que se hicieron sólo para cumplir sus caprichos, y como una lógica consecuencia se trató de compensar a tanto derroche con recortes criminales a sectores como salud, educación, agricultura, energías limpias, así como a estados de la República cuyos gobernantes no son de Morena, como es el caso de Coahuila.
AMLO contrajo una deuda tan grande en los primeros años de su administración, al grado que todavía no llegaba a la mitad de su sexenio cuando ya había superado en un 65 por ciento a la deuda contratada por Peña en toda su administración.
Otra de las herencias de López, más allá de su “herencia moral”, es que sumió a México en un gran endeudamiento en el cual habrán de pasar infinitos lustros para poder hacer frente cuando menos a los intereses.
Antes, según AMLO, teníamos a un gobierno rico con un pueblo pobre. Ahora tenemos a un presidente multimillonario en recursos y poder, y a un pueblo decepcionado por el proceder del que significó para muchos un rayo de esperanza, y que ahora no es otra cosa más que la viva encarnación de la mafia en el poder.
Nefasta fue la herencia de López tras un sexenio en el que tuvieron más poder los capos del narcotráfico que muchos de los funcionarios públicos, incluido él mismo. Sin embargo, lo peor de todo lo heredado al pueblo de México durante su sexenio, fue a su propio hijo Andy López Beltrán, como encumbrado, multimillonario y poderoso personaje en Morena y seguro candidato a la presidencia de la “República” en 2030.
aquientrenosvanguardia@gmail.com