López-Gatell: El premio a un charlatán

Opinión
/ 7 julio 2025

Su nombre estará siempre ligado a una tragedia cuya dimensión pudo ser menor, y permanecerá en la memoria de millones recordando a sus muertos. Para los más benévolos será el charlatán de la pandemia

Cinco años después de que se soñó salvador de la patria, Hugo López-Gatell estaba reducido a un modesto empleo en el Instituto Nacional de Nutrición “Salvador Zubirán”, similar al que desempeñó ahí mismo casi 30 años antes.

Es un apestado en su gremio; encara al menos tres denuncias penales de homicidio por su controvertido desempeño en el manejo de la pandemia. Reportado con depresión y paranoia, según fuentes del sector, fue designado por la presidenta Claudia Sheinbaum representante ante la Organización Mundial de la Salud (OMS)... un cargo que no existe.

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En febrero de 2022, a propuesta del presidente López Obrador y con el aval del Senado, la diplomática Francisca Méndez fue nombrada representante permanente de México ante los organismos de la ONU con sede en Ginebra, entre ellos la OMS. La estructura de esta entidad no se rige por representantes nacionales. Aparentemente, la función de López-Gatell Ramírez equivaldrá a una agregaduría de embajada, una especie de refugio dorado.

Ello buscaría cerrar el episodio protagonizado por este médico con meritorios posgrados, al que, sin embargo, siempre se le atribuyó carencia de escrúpulos, como lo demostró con una permanente conspiración para relevar a su tutor y secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, un reconocido reumatólogo-inmunólogo, cuyo puesto lo debía a que había atendido a dos familiares cercanos de López Obrador, pero que carecía de experiencia en el servicio público.

Cuando no pudo derrocar a Alcocer, López-Gatell cabildeó para concentrar en su subsecretaría una veintena de atribuciones adicionales, incluido el control de Cofepris, lo que le atrajo imputaciones de corrupción. Y confabuló la separación de su principal crítica, la también subsecretaria Asa Cristina Laurell, la verdadera artífice de las becas para la tercera edad durante el gobierno de AMLO en la capital del país, siendo ella titular de Salud local.

El propio Alcocer, entonces de 74 años, propuso a López-Gatell como vocero de la estrategia contra la epidemia por el COVID-19. Esto desató su ambición, que gustaba de nutrir con la historia de su abuelo, un judío-catalán republicano que combatió a Franco −“gatell” en hebreo significa “gato”−. El barniz progresista se extendía a sus estudios primarios en el Colegio Madrid, fundado por refugiados españoles, y no mucho más. Su juventud lo halló tocando la flauta en un grupo llamado “Cantera” y soñando con interpretar rock. Fue un “rockstar”, pero de otra forma, promovido por el exvocero presidencial Jesús Ramírez y su colaborador Jenaro Villamil.

López Obrador aprovechó la ambición, la subordinación ciega y la locuacidad de López-Gatell para alinearlo con las falsedades que buscó imponer Palacio en el manejo de la pandemia; entre ellas, desalentar el uso de cubrebocas, evitar el aislamiento y determinar proyecciones de víctimas que al final arrojaron una demasía en fallecimientos (808 mil personas), en mortalidad de personal sanitario y en porcentaje de decesos en hospitales públicos por falta de los insumos más básicos. Todo según cifras oficiales de la ONU.

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El legado de López-Gatell es más profundo: retrasó la llegada de vacunas fabricadas en Estados Unidos y Europa, para sujetarse el atavismo ideológico de Palacio en favor de la rusa “Sputnik”, la cubana “Abdalá” e inventar la mexicana “Patria”, o falsos respiradores del Conahcyt...

Su nombre estará siempre ligado a una tragedia cuya dimensión pudo ser menor, y permanecerá en la memoria de millones recordando a sus muertos. Para los más benévolos será el charlatán de la pandemia. El farsante que alguna vez dijo “yo no soy político”, para luego postularse como gobernante de la capital del país, alcalde, diputado...

Anheló un lugar en la historia. Lo logró. Sólo que ese lugar apesta.

Roberto Rock Lechón, director del equipo que impulsa el proyecto de La Silla Rota. Escribe la columna política “Retrato Hereje” desde 2013. Ha sido periodista durante más de 40 años. Ocupó diversos puestos en el periódico “El Universal”, entre ellos reportero, editor y director editorial. Ha colaborado en varias publicaciones y es autor y coautor de diversos libros. Ha sido conferencista en diversos países en temas de periodismo, transparencia y libertad de expresión.

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