Los ataques contra Xóchitl Gálvez la fortalecen

Pocas personas atacaron más a Andrés Manuel López Obrador en su camino a conquistar la silla presidencial que Vicente Fox. Casi de todo hizo el expresidente panista con tal de evitar que AMLO progresara en sus intentos electorales.

Fox minimizaba todos los logros que el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal tenía. Como por ejemplo, cuando el entonces perredista emprendió la construcción del segundo piso en el Periférico o la pensión a las personas de la tercera edad, Vicente Fox decía que todo lo alcanzado era gracias al apoyo de la Federación.

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El odio del guanajuatense llegó al grado de hacer todo lo posible para que “Lopitoz”, como despectivamente lo llamaba, no llegara ni siquiera a candidato presidencial.

Primero se encargó de filtrar en el popular programa televisivo de Brozo el video mediante el cual el empresario Carlos Ahumada entregaba a René Bejarano, hombre de todas las confianzas de AMLO, cientos de billetes. Con ello la creciente popularidad del tabasqueño se vio mermada.

Después, Fox recurrió desesperado a intentar desaforarlo por la ocupación presuntamente ilegal de unos terrenos en Santa Fe para hacer una calle que conectara con un hospital de la zona, López Obrador creció al insistir que era la víctima de un complot de la mafia del poder.

Los días fueron pasando y el odio entre ambos creció. Fox estaba empecinado a recurrir a todo artilugio legal para impedir que AMLO compitiera por la Presidencia de la República.

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De ser un personaje rijoso que despreciaba a la Constitución a la que había jurado apego, Andrés Manuel se convirtió en una víctima de la persecución política de todo el aparato del Estado, es decir, el famoso intento de desafuero foxista, le dio a López Obrador el foro en el que se convirtió en el líder social perseguido y a la postre seguido por millones de mexicanos.

Hoy, ya que ha hecho y deshecho en un México al que tiene sometido con sus caprichos anarquistas, con sus múltiples corruptelas y ataques a la Constitución, Andrés Manuel estaba dispuesto a finalizar su gestión con un proceso sucesorio terso, sin mayor problema que el que le dieran sus cuatro corcholatas más las de relleno, quienes ahora se han enfrascado en una competición soporífera para ver quién es el elegido por la casa encuestadora López-Obrador y Asociados.

Sin embargo, para beneplácito de miles de mexicanos surgió un personaje que siempre estuvo ahí, pero que fue el propio López Obrador quien provocó su salida al estrellato político al negarle el derecho legal a réplica.

La senadora Xóchitl Gálvez resultó ser el personaje idóneo para representar a la oposición por la Presidencia de la República. De origen humilde, se superó hasta llegar a la universidad y de ahí fundó una empresa gracias a la cual cumplió su sueño de sacar a su madre de la pobreza. De vender gelatinas y tamales, Xóchitl pasó a ser una de las pocas mujeres de origen indígena que se atrevían a estudiar ingeniería. Y en muy pocos años de muchas luchas, logró tener una empresa reconocida al poco tiempo como una de las mejores de México en cuanto a la creación de espacios, viviendas y oficinas inteligentes.

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Hoy, al igual que pasó cuando Vicente Fox intentó impedir por toda vía legal que un personaje como Andrés Manuel se convirtiera en presidente, es el propio AMLO quien pretende bloquear el paso a Xóchitl Gálvez, criticándola día tras día en sus mañaneras y recurriendo a actos ilegales para exhibirla por su terrible delito de ser exitosa.

No sé si Xóchitl llegue a convertirse en nuestra próxima presidenta. Por lo pronto, es una excelente noticia el surgimiento de su nombre como posible candidata opositora.

Muchos ataques ha recibido y seguirá recibiendo, y ante estos deberá alzarse siempre de manera digna, sin raspones y fortalecida. Hasta ahorita ha caído en el juego retórico de López Obrador y de los voceros de la destrucción. Yo le recomendaría que no se preocupe tanto. Que escoja bien qué batallas emprender y no desgastarse en debates inútiles con personajes menores como Epigmenio Ibarra. Por lo pronto, su nombre ya se está instalando en la mente de quienes buscábamos a una persona capaz de robarle los reflectores tanto al presidente López como a sus corcholatas, para convertirse así en quien lleve a México a una recuperación tras el sexenio de un presidente que entendió como transformación el destruir lo mejor que teníamos los mexicanos: instituciones fuertes, economía en crecimiento y el apoyo solidario a quienes menos tienen.

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