Los Carrizos de La Güera
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Un centro histórico se compone de tantos elementos que lo consolidan como una reserva urbana, donde todas sus partes se desenvuelven como un desplegado de nostalgia.
Caminar por el Centro Histórico es un acto de volver siempre al circulo, y al vínculo social y cultural de una ciudad. El barroco, el virreinato, el ecléctico en algunos casos. Sus templos, sus edificios y casonas antiguas donde los espíritus recorren sus calles en el mundo paralelo.
En este mundito llamado 25000, por su código postal, están Los Carrizos de La Güera, sobre la calle de Zaragoza, pasando Aldama.
¿Usted recuerda esa zona que anteriormente era un sector de librerías como Cristal, Librería Martínez y Librería Zaragoza? Ahí por donde también está la antigua Ferretara Sieber, ahí hay un lugar que contaba historias de cocina en sus aparadores, que hacían volar la imaginación de las amas casa, y ahí aún se siguen contando historias.
Justo es ese sector donde se encuentra la señorona Rosa Isela Dein. Secretaria de oficio, al llegar a Saltillo su deber de ama de casa no le permitía darle al teclado de la máquina de escribir, pero si al atice de la olla. Así que empezó a vender tortillas de harina y menudo. Ella se crío en Estación Carrizos, Tamaulipas . Al crecer el negocio en ventas, ya por cientos de tortillas de harina, y con su gusto por la comida, dio paso a esta fonda mexicana con comida tradicional.
Ir con ella es llevar el tanque vacío porque seguro le faltará espacio. Sus desayunos son memorables, además de que sus frijolitos llevan hoja de aguacate. Los chiles rellenos... ¡Jesús del Huerto! Y del Santo Cristo también.
Cobijados por sus deliciosas tortillas y gorditas, que realiza en su taller justamente enfrente. Cuenta con el colorido y la estampa de México en sus paredes. Sencilla, abre sus puertas para que disfrutes como dice el dicho: Bueno y barato. Su hijo, chef, le ha dado unos toques muy notables a la gran cocina de esta mujer que es un ejemplo que se puede atender chamacos, marido y changarro al mismo tiempo.
Café de olla, gorditas, caldo de res, huevitos, supremos chilaquiles, sopitas.
Comida casera y la de Semana Santa es imperdible. Esos aromas adictivos como las endorfinas salen a provocar a los caminantes del Centro Histórico.
Recorrer, deambular por la calles y saber de qué está hecha tu ciudad es como abrir un libro. Y si para muchos las palomas son una plaga, aniquilarlas es quitarle libertad al espacio. Mejor cuidar los edificios históricos con mallas especiales.
Usted pregunte en Plaza de Armas dónde esta la mejor comida casera y seguro le van a contestar: “Aquí en la de Zaragoza, en Los Carrizos de La Güera”.
Ivonne Orozco
Guisandera Mexicana
Sommelier en vino mexicano
La vida es una gran receta
El vino no te pone borracho, te pone fantástico.
Cuida el agua.