‘Los Chorros’: un tramo carretero que es mortífero
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Aunque el saldo fatal del accidente ocurrido el domingo pasado en el tramo “Los Chorros”, de la carretera 57, se ajustó ayer a cuatro víctimas, el suceso constituye una de las más fuertes llamadas de atención que hayamos tenido en los últimos años en la región.
La indignación expresada en las redes sociales, así como en la manifestación realizada en la caseta de cobro Huachichil-Carbonera, donde múltiples personas reprocharon a las autoridades de todos los niveles de gobierno la falta de medidas que pongan un alto a las tragedias carreteras en este tramo, refleja una realidad puntual: la ciudadanía no está dispuesta a “normalizar” este tipo de hechos.
No es, conviene recordarlo, la primera ocasión en la cual se registra un percance que evidencia la combinación de elementos que constituyen una “tormenta perfecta”: exceso de carga y de velocidad, malas condiciones mecánicas de las unidades,
impericia de los conductores, una pendiente peligrosa y, probablemente, consumo de sustancias psicotrópicas.
Pero aquí es necesario tener claro que el elemento orográfico es probablemente el menos
relevante de todos y los factores que dependen del elemento humano hacen toda la diferencia entre la existencia de un tramo “peligroso” de carretera y uno “mortífero”.
Múltiples cuestionamientos deben responderse en torno a la tragedia del domingo y las autoridades federales son las primeras obligadas a ofrecer respuestas concretas:
El tráiler que provocó la tragedia, ¿portaba solamente la carga permitida o excedía los límites, como es la costumbre en nuestro País? ¿La unidad se encontraba en condiciones mecánicas óptimas? ¿El operador del vehículo estaba agotado o había conducido el número de horas máximo que recomiendan los estándares internacionales?
Con independencia de las respuestas que se ofrezcan a las preguntas anteriores, es obligado cuestionar enseguida, ¿qué autoridades son las responsables de vigilar −y garantizar− que se cumpla con las regulaciones en materia de autotransporte de carga?
Más importante aún: ¿servirá esta tragedia para que, de una buena vez, las autoridades correspondientes se decidan a hacer cumplir la ley e impedir que por las carreteras de nuestro País circulen unidades de carga que no cumplen con las reglamentaciones correspondientes?
Porque solamente si se modifica la actitud permisiva de las autoridades federales, que históricamente han dejado que los transportistas mexicanos circulen por las carreteras del País con exceso de carga y con unidades que no se encuentran en óptimas condiciones, se podrá evitar que hoy, mañana o la semana próxima estemos reseñando una nueva tragedia.
Lo ocurrido el domingo ha indignado a la comunidad. Que la indignación sea suficiente para poner el dedo en la llaga y señalar las causas profundas del problema. De otra manera, tan sólo será cuestión de tiempo hasta que el episodio se repita.