Los delirios sobre el tipo de cambio
El pasado jueves 10 de agosto, la Secretaría de Economía celebraba el récord histórico en la captación de Inversión Extranjera Directa (IED) al primer semestre del año. Una cifra de 29 mil 41 millones de dólares (mdd), que superó en un 6% el flujo recibido en igual periodo del año pasado.
A inicios de mes, el Banco de México informó que los flujos de remesas que ingresaron al país en el periodo enero-junio del presente año totalizaron 30 mil 238 mdd, un aumento del 9.9% respecto a los 22 mil 371 mdd registrados en el primer semestre del 2022.
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Ambas cifras generan un debate con relación a si es producto o no de la gestión de la actual administración. Basta un poco de sentido común para comprender que, en el tema de la IED, ha sido gracias al blindaje y el atractivo que el T-MEC brinda a México a pesar de todos los problemas internos, lo que facilita la captación de flujos de inversión.
En el caso de las remesas la explicación tampoco resulta nada complicada. Se sabe que ello es resultado de la reactivación de la economía norteamericana, que para efectos prácticos se encuentra ya en niveles de pleno empleo, lo que explica por qué cuando los connacionales que se ven obligados a salir del país pueden encontrar trabajo fácilmente allá y mandar esos dólares a sus familias.
Pero hay otro tema que genera confusión entre la población en relación con el flujo de dólares que entran a nuestra economía por estos dos canales. Quizá sea ignorancia, producto de mitos y mentiras que se van transmitiendo de generación en generación. El caso es que se piensa que la actual fortaleza del peso se explica por este flujo de divisas. Nada más equivocado.
Si bien es cierto que el comportamiento de los mercados cambiarios está sujeto a las fuerzas de la oferta y la demanda de divisas, y que, en el caso particular de México, la captación histórica de remesas y de IED abonan en algo, la magnitud de estos flujos no se compara con los montos diarios que se operan en los mercados financieros.
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De acuerdo con la última Encuesta Trienal de Bancos Centrales que aplica el Banco de Pagos Internacionales (BIS), durante el año 2022, en México se negociaban diariamente 19 mil 464 millones de dólares. Si convertimos esta cifra en términos semestrales, para compararlas con las cifras de remesas e IED, resulta irrisorio suponer que estas dos tienen un peso específico en el tipo de cambio.
El porqué los capitales financieros son atraídos, responde a las altas tasas de interés que pagamos. Un costo sumamente alto –y muy necesario– en el que estamos incurriendo por mantener a raya la inflación.
Entre una obsesión enfermiza por colgar méritos al actual Gobierno donde no los tiene (remesas e IED) y la ignorancia de cómo funcionan los mercados financieros, seguir insistiendo que la fortaleza del peso se explica por una buena gestión en materia económica, raya ya en la locura.