Los Kennedy del Cerro de la Silla

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Brozo comenzó todo cuando comparó a Mariana Rodríguez, la primera dama de Nuevo León con Jacqueline Kennedy, la idea prendió y en una entrevista posterior con su esposo, este dijo con agrado que ahora la gente les decía Jack y Jackie, inaugurando en teoría una etapa de glamour y estilo en el estado vecino. Tras la muerte de su esposo, y para conservar y enaltecer su legado, Jackie propagó la leyenda de Camelot para relacionarla con el gobierno de Kennedy.
Camelot es el castillo imaginario del Rey Arturo, situado en algún lugar no determinado de Inglaterra, ¿Cuál pudiera ser el nuevo Camelot de la tierra del cabrito? Con algo de imaginación podría ser el Cerro de la Silla, donde se levantaría el recinto del reino.
La leyenda medieval habla también del mago Merlin que apoyó al Rey Arturo, y en este caso tal personaje pudiese estar representado por las figuras de los ex gobernadores Natividad González y Fernando Elizondo, quienes de acuerdo al mandatario actual, son su guía e inspiración para sortear los retos que deberá enfrentar.
A su vez, la mágica espada Excálibur —representada por un buen presupuesto—, que hizo posible las victorias del Rey Arturo, sería el instrumento fundamental para que el joven gobernador venza a sus enemigos, como la temible bruja Morgana, que pudiera metamorfosearse en los personeros de la 4T, realizando conjuros y maleficios contra el proyecto de Samuel García.
Y la famosa mesa redonda, en la que el monarca reunía a sus caballeros para el gobierno del reino, es ahora un objeto rectangular presidido por el nuevo gobernador y sus secretarios, en donde habrán de tomarse las decisiones clave para la gobernanza del Nuevo Reino de León.
Hasta aquí las analogías, aclarando que no es criticable que la primera pareja de este dinámico estado acepte de buena gana ser comparada con la que hace décadas ocupó por cerca de tres años la Casa Blanca a principios de los 60. En este punto abro un espacio para realizar una autocrítica.
Durante mucho tiempo fui un ferviente admirador de los Kennedy, habiéndolos incluso convertido en mis ídolos, al grado de haber leído numerosos libros y artículos en periódicos y revistas sobre el tema. Mis lecturas comenzaron con autores como Ted Sorensen, Arthur Schlesinger Jr, y Pierre Salinger. Los dos primeros fueron consejeros muy cercanos al presidente Kennedy y el tercero fue su secretario de prensa.
Con el paso del tiempo, fue surgiendo información que desmitificó la figura tanto del mandatario como de sus hermanos Robert y Ted, sin pasar por alto a su padre, el terrible Joe, un magnate que entre otras actividades incursionó en Hollywood como productor, habiendo sostenido amoríos con varias actrices, entre ellas Gloria Swanson, hábito que heredó a sus hijos.
Tal fue el caso de la relación que los hermanos John y Robert mantuvieron con Marilyn Monroe, contando con su cuñado Peter Lawford como intermediario, o celestino, y una vez que se cansaron de ella la hicieron a un lado. Ante tal determinación, la hermosa mujer, al sentirse utilizada como un juguete sexual, manifestó su intención de convocar a una conferencia de prensa para divulgar estas relaciones, lo que hubiese sido una verdadera bomba.
Esto sucedía en el verano de 1962, cuando el gobierno de Estados Unidos, por medio de la CIA y grupos de la mafia, urdía planes para asesinar a Fidel Castro, información que tenía la actriz, a raíz de las conversaciones de alcoba con el Presidente, lo que volvía más explosiva la situación, pues además del ingrediente sexual, estaba de por medio la seguridad nacional. Como se advierte, ella se había convertido en un alto riesgo para el gobierno de Kennedy, y el silencio de Marilyn no se podía comprar ni con dinero ni con posiciones de poder.
La decisión fue tajante: la eliminación física de la actriz más famosa del mundo, y con la complicidad de Lawford y de la policía local, se especula que el propio Robert Kennedy con la anuencia de John, pudo haber envenenado a Monroe, la noche del cuatro de agosto de 1962.
Si el gobernador de Nuevo León y su esposa aceptan con orgullo y satisfacción ser comparados con John Kennedy es comprensible, sólo se les pide informarse un poco más sobre quién fue realmente este personaje.