Los presidentes y sus hijos: una diferencia colombiana
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Escándalo político en Colombia. Detuvieron al hijo del presidente Gustavo Petro. Está acusado de recibir dinero de contrabandistas y narcotraficantes para la campaña de su papá y de tener una red de complicidades dentro del gobierno con funcionarios que él puso. La Fiscalía, que en Colombia no está a las órdenes del presidente, ejecutó la orden de aprehensión en su contra. El presidente Petro, que se dijo dolido como padre, no metió las manos de poderoso político.
Nicolás Petro, de 37 años, es el primer hijo de Gustavo Petro. Fue criado por su familia materna, alejado de su padre, quien lo conoció de pequeño cuando el hoy mandatario estaba en la cárcel por pertenecer al grupo guerrillero M-19. Nicolás incursionó en política, es diputado y el año pasado, en las elecciones que ganó su papá, fue su operador político en la zona del Atlántico. Su exesposa, Daysuris Vásquez, de quien se divorció a finales del 2022, testigo de todas sus artimañas, es quien lo denunció con pruebas contundentes.
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Al hijo del presidente colombiano lo señala su exesposa de haber recibido el equivalente a 250 mil dólares para la campaña del papá, pero ella misma dice que su exsuegro presidente nunca se enteró de esta entrega.
La historia es muy distinta en otro país latinoamericano gobernado por un presidente de izquierda. En el México de Andrés Manuel López Obrador, sus hermanos Pío y Martín fueron grabados en video recibiendo sobres amarillos con el equivalente a 25 mil dólares en efectivo, que ellos mismos comentan que son entregas mensuales que tienen como destinatario a su hermano Andrés Manuel, y que él sabe todo.
De Nicolás Petro se dice que tiene un esquema bien armado para junto con amigos y familiares tejer una red de tráfico de influencias y corrupción en el gobierno. Acá, el hijo José Ramón López Beltrán se da vida de millonario sin trabajar y va mudándose de casa en casa de contratistas del gobierno de su papá. Y el otro hijo, Andy, ha logrado colocar a varios de sus amigos como altos funcionarios y tejer una red de tráfico de influencias para que otros amigos reciban millonarios contratos gubernamentales.
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Sólo que, a diferencia de Colombia, en México no hay ninguna consecuencia. Con dolor, el presidente colombiano “entregó” a su hijo ante la Justicia. En cambio, el presidente López Obrador no esperó ni un minuto de investigaciones oficiales, ni un día para cubrir las formas, y como reflejo inmediato tendió un manto de impunidad primero sobre Pío, luego sobre Martín, luego sobre José Ramón y finalmente sobre Andy.
En Colombia, la Fiscalía no está encabezada por un empleado del presidente Petro. Por eso actuó contra su hijo ante las evidencias contundentes. En México, el fiscal fue nombrado por López Obrador y responde a sus órdenes. Por eso no ha dado un sólo paso contra los hermanos e hijos del mandatario.