Los turistas
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Ron DeSantis, usa el presupuesto estatal y envía a los inmigrantes a la isla de Martha’s Vineyard.
Florida es un paraíso. Para muchos de los naturales y de quienes han pensado en el retiro, significa paz y serenidad para los años finales.
Su gobernador Ron DeSantis, la versión 2.0 de Donald Trump, ha rebasado con singular alegría muchas de las bravatas de sus predecesores.
A tal grado, en el feudo de los Bush, el gobernador tejano los envía a la capital norteamericana, Ron DeSantis, usa el presupuesto estatal y envía a los inmigrantes a la isla de Martha’s Vineyard.
El centro veraniego de muchas de las personalidades demócratas, por ahora se encuentra poblado de centroamericanos y sudamericanos. Al carecer de papeles, naufragan en los bancos de alimentos y de la caridad publica del estado de Massachusetts.
Con ese translado, el mensaje es claro: Florida no es un estado santuario. Aquí no son bienvenidos los inmigrantes. Podemos arrojarlos a otro estado liberal. Dejarlos con otras autoridades permisivas y de tendencia humanista.
Ron DeSantis representa ahora mucho del pensamiento norteamericano. De america solo para los norteamericanos. El límite geográfico termina en el rio Grande-Bravo.
La estrategia del gobernador de la Florida sube los puntos por encima del alicaído Trump, quien observa el crecimiento de su pupilo xenofóbico. En esa escalada de la máquina de pinball electoral en proceso.