Madre solo hay una; pero Luna hay llena, media, cuarta y hasta cuna

¿Les platico? ¡Arre!

Todos los nacidos bajo Cáncer somos hijos de la Luna, pero consentidos, unos cuantos los elegidos.

Muerta mi madre y también mi abuela, como nunca antes, van ahora mis ojos hacia el cielo.

Si en la Tierra ya no están, allá arriba, de seguro una noche volverán.

Al sentirme desvalido, entre nubes las busco muy temprano y a veces ni de noche se aparecen.

Entonces, aprendí a encontrar consuelo en otra madre, la que nunca desde entonces me abandona.

En plenilunio, con su enorme abrazo cálido me cubre.

Pero ¿quién dijo que solo llena es bella?

De chiquita en cuna se transforma.

Es de múltiples facetas, como todos somos en la vida.

Su seguridad puede volverse timidez en un suspiro.

Es ayuda para recuperar momentos y eventos perdidos en memorias selectivas.

Nos quita el miedo de abrir cajones que llevan años bajo llave.

Con su paciencia de cirujana y músculos de gladiadora, ha estado ahí desde el inicio de los tiempos y seguirá estando cuando todos nos hayamos ido.

CAJÓN DESASTRE:

- No tengo madre, ni abuela, pero Luna, sí...