Marcaje personal al gobernador electo en Coahuila

Opinión
/ 11 junio 2023
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La lista nominal del INE es de 95 millones 072 mil personas; el Estado de México representa el 13 por ciento con 12 millones 681 mil 687 ciudadanos; Coahuila tiene un padrón electoral de 2 millones 323 mil ciudadanos. Por Delfina Gómez votó el 52.6 por ciento de la población mexiquense, por Manolo Jiménez el 57 por ciento de la población coahuilense. Casualmente, los pronósticos se cumplieron. Imposible para quienes hoy detentan el poder no canjear el Edomex por Coahuila. Para quienes se mueven en los entretelones del poder era lo presupuestado.

Como ha sido la tendencia en temas de participación ciudadana, no acaba de prender la llama de la responsabilidad ciudadana, y a quienes resultaron ganadores apenas les respalda la mitad de quienes conforman el padrón electoral. En el caso del estado de Coahuila, el candidato electo solamente representa 741 mil 731 personas. El resto, el 43 por ciento de la lista nominal, si quiere un cambio en 6 años tendrá que mantenerse vigilante a las acciones del virtual gobernador. No hay de otra.

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El futuro de la entidad se encuentra, sin temor a equivocarnos, en hacer que el gobernador electo cumpla lo que prometió. Se trata, en lo futuro, de ejercer marcaje personal sobre quien gobierna. No hay de otra. Lo otro es que si Manolo Jiménez pretende que su partido gobierne por más de 100 años el Estado, tendrá que ser muy puntual con lo que se denomina “la agenda pública”.

La ecuación es bastante simple. Si realmente queremos vivir en una democracia en el estado, la garantía se encuentra en el maridaje entre gobierno y participación ciudadana. Tomémosle la palabra que ha empeñado el candidato electo de ciudadanizar el gobierno, aunque lo más probable es que sean dichos elaborados en el marco de la generación de confianza. Por otro lado, debemos vigilemos que cumpla lo que prometió, pues la agenda pública es un elemento necesario que se convierte en un instrumento de control por parte de la ciudadanía en relación con sus gobernantes.

El cuidado de la agenda pública es, por tanto, una especie de supervisión permanente por parte del electorado sobre lo que hará y lo que dejará de hacer el futuro gobernador con relación a lo que prometió. Se trata de vigilar la coherencia entre los dichos y los hechos.

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En ese sentido, quien determina la agenda pública son los diferentes sectores, los obreros, la gente del campo, quienes vivimos en la ciudad, los estudiantes, quienes vemos y sentimos las necesidades de la gente, las madres de familia que ven que no les alcanza el gasto, los empresarios, el vendedor de la calle, los maestros, los profesionistas en general, en fin, los diferentes actores sociales que conforman la sociedad en la que vivimos liderados por los medios de comunicación social que son una gran caja de resonancia y que tienen también como objeto la construcción de lo público; no es el gobierno. El gobierno es un gestor, un instrumento; quien determina la agenda pública es justamente el público.

En ese sentido, el cuidado de la agenda pública la conforman ciudadanos racionales, conscientes e interesados en la comunidad en la que viven. Es un escenario donde se debaten ideas. Es un tema que tiene que ver con la negociación, con la libertad de expresión, con la toma de decisiones, pero particularmente con la participación de todos. Lo que operaría, en este caso, es que ese 43 por ciento que no participó en la elección y los que por acuerdos partidistas votaron por él, estén atentos a lo que hace y también a lo que deja de hacer.

Propuestas, acompañamiento, vigilancia, opinión pública activa, imparcialidad, debate político constante, información veraz de los medios, interés de los académicos por la cosa pública, participación permanente de la ciudadanía son elementos que sirven para influir y controlar la agenda pública. Es un escenario político, de ejercicio de derechos y de debate ciudadano.

En concreto, ¿qué hay que vigilar?, ¿qué fue lo que prometió el gobernador electo? Hagamos un ejercicio simple. En materia de seguridad –Coahuila blindado–, se comprometió a mantener la entidad como uno de los estados más seguros del país. La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana coloca a la entidad en el lugar 3, después de Campeche y Yucatán. Ojalá recordemos esto el próximo año.

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Se comprometió en el tema del cuidado del agua, prometió una gran agenda ambiental sostenible –nunca dijo en qué consistía– y a trabajar para asegurar un trato digno a los animales. Prometió también fortalecer y apoyar el desarrollo equitativo de los 38 municipios del estado, veremos. Otro tema es el del sector salud –mejora de la estructura del sector salud, creación de centros de salud y la tarjeta de salud popular–.

Otra promesa fue la del desarrollo económico de la entidad. Más empleabilidad, más productividad, atracción de inversión extranjera, elevar la competitividad e impulsar el turismo. Revisemos, en un año, como va en esos rubros.

Vigilar, supervisar, controlar y moderar la forma como se comporta el gobierno es una nueva responsabilidad que debemos fomentar y llevar a la práctica. No hay de otra, para que el concepto democracia deje de ser un tema etimológico requerimos participar en la agenda pública. No nos vendría mal, en este próximo sexenio, para no vivir en lo que seguramente será “Manolo y el país de las maravillas”. Conformar un “Cómo vamos, gobernador”, donde la cultura del secreto, la desinformación y el verticalismo den paso a la transparencia y al acceso libre y publico a la información. Así las cosas.

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