Entre los servidores públicos, los gobernadores, los más corruptos
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La sinceridad se contrapone al engaño, a la mentira, a la falsedad y todo aquello que nos impide ver como es realmente una persona. Quizá ha tenido la experiencia de conocer personas que por sistema actúan de esta forma y, seguramente, las cosas no han terminado nada bien.
Y efectivamente, si hacemos un balance de las personas a las que hemos conocido y no han permanecido en nuestra vida, la variable de la separación será justo eso, que no actuaron con sinceridad. Por supuesto, hay quienes al tiempo se mantienen como destinatarios de toda nuestra confianza.
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En la lógica social, la sinceridad es a la persona lo que la transparencia a las instituciones. Y en ese sentido, hay profesiones e instituciones que por el ámbito en el que se mueven se han ganado a pulso el cliché de ser corruptos, que sería la consecuencia de no actuar de forma sincera. Ni son todos los que están, ni están todos los que son.
Para fines prácticos, no se puede generalizar, pero cuando el río suena es porque agua lleva. En México, en el ámbito de las profesiones, como en la casa del jabonero, el que no cae resbala. Falacias, fraudes, embustes, engaños, demagogia, patrañas, ostracismo, información confidencial, doble discurso y simulación han engalanado siempre a la personalidad del político profesional en nuestro país. El punto neural se encuentra en la forma en como se conducen y los altos niveles de corrupción en los que han caído. De ahí la importancia de la transparencia.
Y si en la vida, una persona no es sincera y no es digna de nuestra confianza; en el plano de lo público y lo social, hay quienes desde hace tiempo perdieron la confianza de la ciudadanía. Por ejemplo, el índice de Transparencia Internacional y Latinobarómetro colocan a los partidos políticos como las instituciones menos confiables y en cuanto a las profesiones, a los servidores públicos. En ese orden aparecerán las policías –locales, estatales y federales–, el poder legislativo y el poder judicial, como los menos dignos de confianza.
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Pero ahí no acaba la cosa, si usted ve o busca sobre quienes de entre todos los servidores públicos en México son los más corruptos, se va a llevar la sorpresa que nos son los cuerpos de seguridad, ni los partidos políticos, son los gobernadores de los estados. Tamaulipas, Nuevo León, Veracruz, Chihuahua, el Estado de México, Quintana Roo, Coahuila y otras entidades federativas dan cuenta de la tragedia de la corrupción que nos ha embargado y que nos embarga. Y hay nombres que le resultarán muy familiares y que engalanan las listas de los más corruptos en medios e índices internacionales.
Endeudamiento de la deuda pública, desvío de recursos, aprovechamiento de información confidencial, pago de cuotas a los grupos que los llevaron al poder, beneficio para sus familiares, adquisición de bienes que de forma providencial adquirieron por concepto de donaciones son parte del juicio del antes y el después de quienes ocuparon la silla más importante de los gobiernos de los estados.
Fincas, ranchos, autos de colección, departamentos en México y en Estados Unidos, obras de arte y empresas fueron parte de las ganancias que sirvieron como motivación para alejarse de la búsqueda del bien de todos y priorizar el personal. ¿Le dice algo que muchos de ellos acabaron en prisión y otros ya no aparecieron en la escena pública? La falta de sinceridad como personas y de ser transparentes como servidores públicos cancelaron su vida social y su vida pública. Hoy sus amigos no quieren saber nada de ellos y sus partidos los borraron de sus anales históricos. ¡Qué pena!
Pues a eso se arriesgan quienes hoy solicitan su voto para ocupar la gubernatura de este estado. ¿Serán conscientes? Hay muchos nombres, locales y nacionales, que pueden servirles de espejo y ver en ellos su futuro. Quienes hoy se quieren embarcar en ese viaje, no tienen que ir muy lejos, aquí hay cada fichita a la que pueden consultar. Sería importante que desde ahora fueran pensando en cómo les gustaría ser recordados. Esa tendría que ser la brújula que los dirija, eso es por un lado. Por el otro, a la ciudadanía no nos queda más, como ya se ha insistido por aquí, que hurgar e informarse para emitir un voto razonado y reflexionado, de lo contrario seguiremos en caída libre.
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La pregunta obligada para no salirnos del marco de la temática que hoy reflexionamos sería: ¿Quiénes de los cuatro candidatos que solicitan su voto para la gubernatura del estado, a su juicio, es el más sincero y transparente?
Por eso es importante desde ahora que usted indague –aunque haya quien se opone– a ver en cada uno de ellos: ¿cuáles son sus orígenes familiares y la bonanza de la que ahora gozan? ¿Si tienen o no estabilidad económica? ¿Cómo se ha conducido en su vida personal y en su vida profesional? ¿Qué grupos le apoyan? ¿Cómo se han comportado estos grupos o instituciones privadas o públicos en el pasado cercano? ¿Dónde viven? ¿Cuánto tienen? ¿Cómo viven? ¿Qué negocios tienen? ¿Qué fama tienen esos negocios?
Si la codicia y la ambición han sido el talón de Aquiles de quienes gobernaron los estados en el pasado cercano, revisemos a profundidad a quien beneficiaremos con nuestro sufragio. En el plano personal, ser sincero es ser digno de confianza; en lo público, ser transparente es la garantía de quien activamente quiere evitar cualquier suspicacia que tenga que ver con la corrupción. En síntesis, búsquese amigos sinceros y gobernantes transparentes. Así las cosas.