Marcelo Ebrard, ¿la tercera será la vencida?

La virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum anunció, el jueves pasado, los primeros seis nombres de quienes le acompañarán en el ejercicio de gobierno como integrantes de su gabinete. Destaca entre las designaciones, sin lugar a dudas, la de Marcelo Ebrard Casaubón, a quien se ha encomendado la Secretaría de Economía.

Imposible ignorar los acontecimientos previos. Marcelo intentó convertirse en el candidato de la autodenominada “cuarta transformación” pero se enfrentó a la maquinaria de su propio partido, toda la cual fue orientada a favorecer a quien, a la postre, se impuso en la elección presidencial.

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Tal circunstancia le llevó a instalarse -si bien no de manera radical- en el papel de “rebelde”. No se lanzó de lleno contra la ganadora de la encuesta interna de Morena, pero regateó la concesión de la derrota y condicionó su apoyo al establecimiento de un compromiso para “corregir” las inequidades internas.

Tal actitud se tradujo, o al menos así se leía desde fuera, en el desplazamiento de Ebrard y los suyos. A él mismo, pese a su segundo lugar en la contienda interna de Morena, se le colocó en la posición número siete de la lista de representación proporcional del Senado. En la parte final de la campaña incluso se le mencionó como parte del equipo de “asesores” de Clara Brugada, lo cual parecía marcar su condena al ostracismo.

Hoy, sin embargo, aparece nuevamente como una de las estrellas del futuro gabinete y se le percibe claramente como el bombero insustituible a quien se encomendará la tarea de lidiar con el gobierno de Donald Trump -cuya victoria en las elecciones estadounidenses de noviembre próximo parece segura- en la revisión del T-MEC.

Fue el único integrante del futuro gabinete en hacer uso de la palabra en el evento de revelación de la primera media docena de integrantes del nuevo gabinete presidencial. El gesto de Sheinbaum al concederle ese privilegio no deja lugar a dudas: Ebrard será, otra vez, un súper secretario.

Pero él no quiere ser primo entre pares... él quiere ocupar la Silla del Águila; quiere figurar en la galería de presidentes de México y a construir su candidatura en 2030 se está dedicando desde ya, sin duda alguna.

¿Está la voluntad de Claudia Sheinbaum alineada con los deseos de quien, ya en dos ocasiones se ha quedado en la raya de la nominación presidencial? Imposible saberlo, aunque bien puede conjeturarse, dado lo temprano de las circunstancias, un par de cosas: muy probablemente no esté pensando en eso en este momento y, llegado el momento, Marcelo seguramente no será su primera opción para sucederla.

Lo admito sin ambigüedades: lo dicho en el párrafo anterior es un exceso de especulación. No tengo ninguna evidencia para afirmarlo. Sin embargo, estoy dispuesto a apostar mi resto en relación con la afirmación relativa a las intenciones de Ebrard y cómo no perderá un segundo en comenzar a construir su candidatura de cara al 2030.

Unos días después de asumir como secretario de Economía, Marcelo cumplirá 65 años. Cuando llegue el momento de las definiciones estará en la víspera de los 70. Es su última oportunidad para aspirar a la candidatura y a la posibilidad de ser presidente.

Además, ya tiene muy claro cómo se hacen las cosas en su partido: si se deja envolver por los modos y los tiempos fijados desde la Presidencia no habrá posibilidad alguna. Su única opción es comenzar a construir una estructura propia, desde ahora, con la cual, al estilo de Vicente Fox en 1997, “imponerse” como candidato.

Existe, desde luego, una forma alterna alterna de leer los acontecimientos recientes: ya hubo una decisión en torno a la sucesión presidencial y lo del jueves pasado fue, en realidad, un “destape”. Ya veremos.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

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