“...a los mineros se les rescata”... pero antes se les mata

Opinión
/ 15 junio 2024

Un evento bizarro tuvo lugar ayer en Coahuila: se trató de un acto político organizado, en esencia, para rendir culto a la personalidad del tlatoani... a propósito de una tragedia

Este viernes se llevó a cabo, en el municipio de San Juan de Sabinas, un evento al cual oficialmente se le tituló “Plan de Justicia para Pasta de Conchos”. En teoría se trataría de eso: de exponer los avances y plantear cómo se pretende hacer justicia en torno a los hechos ocurridos hace más de 18 años.

Lejos de tal posibilidad, el evento fue en realidad un acto político, un evento para rendir culto a la personalidad del líder, para quemarle incienso al tlatoani... y abuchear al adversario.

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Una monumental celebración de la nada. Un acto utilizado solo para reafirmar la hegemonía política de los triunfadores y reiterar la certeza de la continuidad a propósito de los contundentes resultados electorales de hace un par de semanas.

Fue una extraña celebración/mitin político/asamblea partidista organizada alrededor de un hecho trágico sobre el cual no se ha resuelto realmente nada... o al menos nada digno de ser reconocido o celebrado.

Entre los diversos discursos pronunciados en la tribuna capturó mi atención el de la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde. La novel funcionaria, quien nunca logra separarse de su papel de líder política juvenil, realizó una detallada relatoría de los hechos ocurridos desde el 19 de febrero de 2006 a la fecha.

Su cronología tuvo el propósito de resaltar cómo el actuar de este gobierno, signado por el arribo al poder de un movimiento político “distinto”, ha implicado toda la diferencia en el tratamiento de tragedias como la ocurrida en Pasta de Conchos.

Midiendo cuidadosamente el tono y el ritmo con el cual pronunciaba sus palabras, la señorita Alcalde llegó al punto culminante de su discurso. Tras recordar todas las decisiones tomadas y describir las acciones emprendidas, la Secretaria de Gobernación sintetizó de golpe el significado profundo de todo lo hecho:

“Todo este esfuerzo técnico, científico, económico, pero sobre todo de voluntad y compromiso, deja un precedente para el futuro: no se dejan los restos de mineros en el olvido. En México a los mineros se les rescata...”. La grandilocuente frase fue coronada, como correspondía, con un estruendoso aplauso de la concurrencia.

Nadie -y en “el movimiento” menos- repara en la contradicción. Nadie nota el absurdo; nadie parece detectar la trágica paradoja encerrada en la frase. Es verdad... en este Gobierno, a diferencia de los anteriores, “a los mineros se les rescata”, pero solamente a condición de asesinarles primero.

En efecto, este Gobierno ha dado muestra de una voluntad peculiar en el caso Pasta de Conchos: ha sido capaz de gastar miles de millones de pesos en buscar -porque hasta ahora solamente han encontrado un par de restos óseos- los despojos de un grupo de personas muertas... pero no ha destinado un solo centavo a proteger a los mineros vivos cuya integridad se ponen en riesgo todos los días.

Porque, a 18 años de la tragedia reseñada por los medios del planeta entero, las condiciones en las cuales sigue realizándose la explotación de los yacimientos de carbón son exactamente las mismas a las observadas durante los gobiernos a los cuales se criticó ayer -con razón- desde el templete.

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El “humanismo” del actual gobierno fue insuficiente para considerar una posibilidad alterna y realmente humanista: en lugar de rescatar despojos habría de protegerse a quienes aún respiran, para evitar asistir a la reseña de la tragedia en la cual pierdan la vida, tal y como ha seguido ocurriendo en este sexenio.

Pero, ¿a quién le importa hablar de eso? Lo relevante ayer era refrendar la naturaleza diferente del actual régimen, incapaz de dejar en el olvido a un minero muerto... pero igualmente incapaz de proteger a uno vivo. Porque en el México de hoy no se escatima en gastos para tratarte con dignidad... pero primero debes morirte.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx

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