Mejor que la Casa de los Famosos. Parte 1
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Me resulta difícil entender que una buena parte de la población esté tan enajenada al día de hoy con “La Casa de los Famosos”.
No lo digo desde el clasismo ni desde la petulancia intelectualoide (mamonería que le llaman); lo menciono porque el otro reality show, ese que se está cocinando en la vida pública nacional, es un millón de veces más emocionante que cualquier cosa que estén haciendo los participantes/habitantes de la dichosa casa esa.
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Se lo juro, nada podría ser más interesante que el culebrón que se está desarrollando justo en donde interseccionan gobierno y crimen organizado, esa área gris en el diagrama de Venn que es nuestra ya vernácula narcopolítica.
Así me dijeran que uno de esos famosuchos de dudosa celebridad es un extraterrestre mimetizado que está matando a todos uno por uno mientras que los supervivientes tratan de descifrar quién es el alienígena (como en “The Thing” de Carpenter, 1982), aun así me lo pensaría si tuviera que elegir, y creo que igual me decantaría por el espectáculo que constituye el ver a toda la 4T contener sus lágrimas y pujidos.
Comenzó todo con la ¿captura?, ¿secuestro?, ¿rendición?, ¿entrega pactada? de don Ismael Zambada, “El Mayo”, asistida por su ahijado, Joaquín Guzmán López, hace tres semanas, el 25 de julio.
Desde ese momento y hasta el día de hoy el Gobierno de México, personificado por nuestro cabecita de yogurt, se ha declarado por completo ignorante de dicha situación, no obstante es capaz de asegurarnos que ni su administración ni ninguna otra instancia gubernamental mexicana, policías, Guardia Nacional, Ejército ni Marina participó en modo alguno en la captura/detención de estos distinguidos y mal ponderados caballeros a los que AMLITO se refiere siempre con tanta consideración y respeto.
De hecho, tanto AMLOVE, como la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, fueron especialmente enfáticos en dejar más que claro, diáfano y cristalino que ellos (el Gobierno de México) en absoluto tuvieron nada que ver con la captura, detención, entrega y/o secuestro de los señores narcotraficantes.
Y yo no sé usted (y acúseme de malpensado), pero a mí me dio la impresión de que en esa Mañanera rebosaron sendos pañales para adulto mientras trataban de explicarle, no al pueblo de México, sino a los capos de la droga, que en efecto, nada tuvo que ver nuestro heroico gobierno con la aprehensión de “El Mayo” y su ahijado.
Para nadie es un misterio y mucho menos para los Estados Unidos y sus agencias que la administración de López Obrador ha sido más que permisiva, solapadora, encubridora y hasta protectora de los distintos cárteles que operan a sus anchas en territorio nacional.
Esta complicidad es lo único sobre la tierra que puede explicar la tristemente afamada política de los “abrazos por balazos” de López Obradiurs, lo mismo que la deferencia tocante en la sumisión con que el Presidente se refiere a los narcos y la predilección que tiene por visitar la cuna de estas prominentes familias: Badiraguato, Sinaloa.
Y ello a su vez sólo puede entenderse a través del miedo, el pavor que don Andrés “El Pejelagarto” López le tiene a los señores de los cárteles.
¿Por qué de semejante miedo? Bueno, en opinión de algunos, la vida misma del Presidente está literalmente en manos de los cárteles. Pero si esta versión le parece exagerada, quizás no le parezca tanto la del temor que despierta en Andrés Manuel la posibilidad de que, a partir de alguna de estas detenciones, se filtre información que lo comprometa a él, a su Gobierno o a sus Fuerzas “Amadas” (sí, dije “amadas” porque la otra gran debilidad de López son los hombres con uniforme).
La confirmación de que siendo candidato habría permitido que se financiase su campaña con dinero de las drogas, derrumbaría para siempre el pedestal moral sobre el cual busca cimentar su estatua póstuma, su paso a la Historia, su legado.
Pero ya establecer un vínculo directo entre las actividades del crimen organizado y su gobierno es de plano un escenario pesadillesco, más a unas pocas semanas de que AMLO recobre la condición de ciudadano común y corriente.
Aun así, es más que descabellado que el Gobierno de los Estados Unidos la emprenda contra un Presidente o expresidente mexicano, cualquiera que sea (Felipe Calderón, EPN, AMLO), porque a los gringos les interesa más la colaboración de nuestro país en el tema de la droga y en el problema migratorio. Por ello, por mucho que enjuicien a García Luna, Calderón difícilmente será llevado al banquillo de los acusados y por eso mismo, las investigaciones sobre el narcofinanciamiento político de nuestro Geppetto de Macuspana fueron suspendidas, por razones políticas de bilateralidad (nunca caiga en la tentación de suponer que fue por falta de pruebas).
La realidad es que hoy “El Mayo” Zambada, considerado en su momento el narcotraficante más poderoso, está en manos de la justicia estadounidense y lo que tanto se temía la 4T y su líder absoluto, está ocurriendo ya: que el narcotraficante está embarrando a algunos miembros distinguidos del movimiento de “la transformación” y eso que ni siquiera ha comenzado a declarar. ¿Qué será cuando comience a rendir su más cooperativo testimonio para negociar algunos beneficios?
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El primero en salir agraciado en esta rifa estercolera fue el señor que patentó las pellizcadas de escroto, el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya.
Y es justo en ese punto en que este reality se pone mejor que telenovela en viernes, y de todas las inconsistencias en que ha incurrido el propio gober Rocha Moya y el Gobierno de México es de lo que quería hablar.
Pero para variar, apenas nos alcanzó el espacio para medio repasar los antecedentes. Será en la siguiente entrega que trataremos de explicarnos lo que ellos no pueden o no quieren.
Claro, a ver si para entonces, no ha habido otros “expulsados”.