Mejor que La Casa de los Famosos. Parte 3. Los kiwis de Rocha Moya

Opinión
/ 22 agosto 2024

Es probable que en la vida habríamos escuchado jamás mentar el nombre de Rubén Rocha Moya de no ser por tres eventos fundamentales en su trayectoria política, todos ellos relacionados con la parte más delicada y −supongo− preciada de su anatomía.

Yo, como el 99 por ciento de los mexicanos, me enteré de su existencia cuando, allá por el prepandémico año de 2019, el entonces senador por Morena acudió a un evento encabezado por nuestro líder tlatoani y Presidente de la República, Andrés Manuel López.

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Allí se encontraba, Rocha Moya, muy tranquilo y quitado de la pena, en el templete de hecho, sentado entre los miembros distinguidos de la concurrencia, cuando a bien tuvo hacer lo mismo que todos los hombres hacemos una vez que espatarramos nuestra humanidad en una silla: cruzar la pierna.

Pero algo salió mal, la mecánica de la operación se vio comprometida y la misión abruptamente abortada pues, al parecer, al cruzar las piernas el senador se metió un señor machucón de tompiates que hizo voltear hasta a sus difuntos ancestros.

Por fortuna vivimos en la era digital y alguien tomó registro audiovisual del percance que de otra manera “nos lo habríamos perdido para siempre, como lágrimas en la lluvia”, dijo el replicante (“Blade Runner”, 1982. Ridley Scott).

La expresión de dolorosa sorpresa de Rocha Moya no tiene precio, pero, fuera de que la compañía Lonol debió ofrecerle un contrato vitalicio como la imagen de su marca, el hecho no ameritaba su paso a la posteridad, ni siquiera que recordásemos su nombre.

Yo al menos no volví a pensar en él (excepto cuando Facebook me recordaba año con año el jocoso episodio). Creo que ni siquiera me enteré cuando se hizo Gobernador de su entidad natal.

Le volví a dedicar un comentario en redes sociales hacia finales del año pasado cuando, ya en su calidad de gobernador, durante la inauguración de un CRIT, comparó las adicciones con las discapacidades y con la homosexualidad.

“Eso (las adicciones) está más feo, mucho más, que tener a un hijo con discapacidad o tener a un hijo homosexual”, dijo Rocha Moya antes de ganarse el título regional de Don Pendejo 2023.

Evidentemente, Rocha Moya leyó el mismo volumen que AMLO: “El Arte de Cagarla en Público. Saque sus prejuicios de viejo rancio y hágalos pasar por buenas intenciones” (Editorial Boomer). Sólo que a diferencia del Presidente, Rocha Moya no está protegido por el manto de la bienquerencia popular, que lo vuelve prácticamente inmune a sus propias deyecciones.

Sólo me sorprendió que fueron nuevamente sus testículos los que protagonizaron este nuevo desaguisado, pues vaya que hay que tenerlos bien azules para ir a espetar semejante pendejada precisamente durante el discurso inaugural de un Centro de Rehabilitación Infantil Teletón.

Hoy, sin embargo, el papel del Gobernador de Sinaloa en la política nacional no es meramente anecdótico ni cosa de risa (bueno, sí un poco, y ahorita le digo por qué), pues Rocha Moya es ni más ni menos la fisura por donde toda la 4T se puede hacer añicos.

Le comentaba que no es gratuito que toda la plana mayor de Morena haya firmado un comunicado en respaldo a la probidad del Gobernador, gesto que es muy bonito y todo, pero estrictamente sirve para nada. Digo, no es como que en la DEA vayan a decir: “¿Ya viste? Delfina Gómez, Layda Sansores, Cuauhtémoc Blanco... ¡No cabe duda de que su barrio lo respalda! Yo creo que mejor ahí muere la investigación”.

¡Pues no!

Sin embargo, fue todo lo que el Gobierno Federal atinó a hacer luego de que don Ismael “El Mayo” Zambada señalara al gobernador Rocha Moya como una de las personas con quien habría de entrevistarse antes de ser secuestrado y llevado a los Estados Unidos para ser puesto a disposición de la justicia gringa.

Rocha Moya niega desde luego que tal encuentro estuviera concertado y que ese día precisamente (jueves 25 de julio, día por demás hábil), se lo tomó de asueto para ir a Disney con su familia hasta Los Ángeles. ¡Qué feliz coincidencia!

El gobernador asegura que jamás fue citado a dicha reunión con “El Mayo” y que éste cayó en una trampa. Y uno podría creerle al gober, pero ello significa insultar la inteligencia del señor Zambada, pues uno no llega a sus muy venerables 76 años siendo un zar de la droga acudiendo a reuniones sin confirmar y reconfirmar la asistencia de los presuntos convocados.

Para chingarla de acabar, el otro invitado a la merienda era un antiguo rival político de Rocha Moya, el exrector de la Universidad de Sinaloa, Héctor Melesio Cuén Ojeda. Se suponía de hecho que mister Zambada mediaría entre el gobernador y su rival, pero esto no pudo ser porque según la carta dada a conocer por la defensa de “El Mayo”, su cliente estaba ocupado siendo secuestrado para su traslado a EU; mientras que Cuén Ojeda era asesinado in situ y el gobernador se encontraba sacándose una foto con Tribilín en el parque Disney, ese día que de hecho debería estar despachando en su despacho.

El gobernador desde luego negó todo lo que Zambada relata en su carta, la cita, la supuesta reunión y todo lo que lo involucre, desde luego. Aunque, por una coincidencia de esas, Cuén Ojeda sí apareció muerto, pero víctima de un asalto de acuerdo con la Fiscalía sinaloense, quien difundió un video del supuesto asalto que no respalda ni el relato ni las múltiples lesiones de bala que el difunto presentaba, según reportes.

Para no levantar más sospechas, la Fiscalía de Sinaloa decidió entonces que lo mejor era incinerar el cuerpo de Cuén Ojeda; no sin antes haber omitido procesar la escena del crimen y el vehículo en el que supuestamente fue ultimado el político.

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Aunque un baño portátil en un concierto de rock huele mejor que este caso, las únicas acciones emprendidas fueron aceptar la renuncia de la fiscal de Sinaloa, Sara Bruna Quiñónez quien, pese a sus evidentes esfuerzos para entorpecer el trabajo de la Justicia, no es de momento sospechosa de nada.

La Fiscalía estatal fue relevada por la Fiscalía General de la República (FGR), que no es como que sea más eficiente para llegar al fondo de las cosas, pero al menos tienen allí un mayor dominio en el arte de hacerse pendejos y más experiencia escamoteándonos la verdad.

La eventual caída del gobernador Rocha Moya es mucho más que un asunto local, o el escándalo de uno de los consentidos del presidente López Obrador. Podría representar, repito, la fractura a partir de la cual todo su movimiento se haga añicos, astillas, empezando por la supuesta superioridad moral que juran enarbolar.

Y, como en las anteriores ocasiones ya referidas, las gónadas reproductivas de Rocha Moya vuelven hoy a jugar un rol preponderante, esta vez instaladas en el gaznate del cuestionable mandatario.

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