Mexicana vuela otra vez... pero sólo hacia la CDMX

Tras el “rescate” que el Gobierno Federal hizo de la marca Mexicana de Aviación, la aerolínea reanudó ayer sus operaciones, luego de 13 años de ausencia, con vuelos entre ocho ciudades del país y el aeropuerto Felipe Ángeles (AIFA). Adicionalmente, a través de la aerolínea queretana TAR, estarían ofreciendo el servicio en otros seis destinos.

Lo que llama la atención en relación con este relanzamiento de la marca, es que todos los vuelos que se ofrecen en su página web son, al menos por ahora, entre el AIFA y las ciudades de Monterrey, Tijuana, Mazatlán, Tulum, Campeche, Mérida, Chetumal y Puerto Vallarta, pero no puede adquirirse un boleto para volar, con Mexicana, desde y hacia estas ciudades.

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En otras palabras, la nueva opción que los viajeros tienen a su disposición es para volar desde y hacia la capital de la República, lo cual implica reforzar el sentido de “centralismo” que tienen los viajes aéreos en México.

Señalar lo anterior es importante porque uno de los problemas que históricamente ha registrado la aviación comercial en nuestro país es la falta de opciones para viajar entre distintas ciudades de la República sin necesidad de hacer escala en la capital.

Muchos turistas, por ejemplo, quieren viajar desde distintas ciudades del país hacia Cancún, pero prácticamente no existen, al menos en nuestra región, vuelos directos hacia dicho destino.

¿Por qué, si el retorno de Mexicana de Aviación implica un gasto fiscal, no se utilizan dichos recursos para despresurizar el espacio aéreo en la capital del país y crear más vuelos directos entre los múltiples polos de desarrollo que hoy existen en México?

Es cierto que para una aerolínea “tradicional” hacer esto exige que los costos implicados en abrir cada nueva ruta se justifiquen, pues una empresa privada no puede −en principio− abrir vuelo que representen una pérdida económica.

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Sin embargo, para una empresa estatal la realidad es distinta y, al menos en teoría, su despliegue de vuelos tendría que contemplar la posibilidad de contribuir a dinamizar la economía de regiones que no cuentan en este momento con la posibilidad de sostener vuelos de líneas privadas.

Al respecto conviene recordar que ya existe en México −y han existido en el pasado− empresas de capital privado que han basado su modelo de negocios en la oportunidad que representan los pasajeros que requieren moverse entre ciudades del país sin pasar por la capital.

Cabría esperar que, al ser una empresa estatal, Mexicana de Aviación se moviera hacia ese cuadrante del negocio, estableciendo alianzas con los gobiernos estatales y la iniciativa privada para crear rutas que no concentren los vuelos comerciales en la Ciudad de México.

Cabría esperar también, desde luego, que los gobiernos estatales, entre ellos el de Coahuila, muestren audacia para impulsar opciones como esta para, entre otras cosas, reabrir el aeropuerto de Saltillo a los vuelos comerciales que hace mucho tiempo se cancelaron.