¿Militarizar la seguridad debe seguir siendo el camino?
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La estrategia implementada por el actual Gobierno Federal, la cual continuará en la administración entrante, no ha terminado por pacificar al país
Uno de los grandes cambios que el “Andrés Manuel López Obrador presidente” tuvo con el “AMLO candidato” fue la percepción sobre el rol que deben jugar las fuerzas armadas en la seguridad pública; a casi seis años de gobierno de la 4T, la idea de dejarle al Ejército las labores de combate al crimen no se ha diluido, al contrario, se ha afianzado.
En las últimas horas, el propio Presidente, así como su sucesora Claudia Sheinbaum, han dejado claro que el Ejército seguirá siendo pieza clave en las labores de seguridad.
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Las declaraciones del pasado lunes del presidente López Obrador, respecto a que dejar la Guardia Nacional en la Secretaría de Seguridad Pública Ciudadana la echaría a perder, son −por decir lo menos− inquietantes.
¿Cómo puede ser que en un mismo gobierno −que se ha autodenominado como ausente de corrupción− dos secretarías de estado puedan ser tan diametralmente opuestas?
Durante los últimos seis años, el debate público sobre la militarización del país ha sido claro: hoy como nunca, las fuerzas armadas tienen mayor poder, no sólo en funciones de seguridad, sino también en otras como es el desarrollo y operación de infraestructura e inclusive siendo “brókers” en la compra de insumos básicos como las medicinas.
Distintos especialistas en materia de seguridad pública han apuntado que el uso del Ejército en labores de seguridad debe ser temporal y como una medida extrema ante la violencia que se vive en el país. Sin embargo, los niveles de inseguridad se han acrecentado, manteniendo algunas franjas del territorio nacional en manos de la delincuencia organizada.
La estrategia implementada por el actual Gobierno Federal, la cual continuará en la administración entrante, según los visos que ha dado la futura presidenta Claudia Sheinbaum, no ha terminado por pacificar al país, pero tampoco ha funcionado como un espacio que se aproveche para afianzar cuerpos de seguridad civiles que tomen el control de esta actividad.
Ayer de nueva cuenta apareció en el debate público, la percepción que se tiene sobre las policías civiles en las grandes ciudades, en donde menos de una tercera parte considera que estos cuerpos de seguridad están generando una sensación de seguridad.
Este argumento podría reforzar la idea que el derrotero que ha tomado la actual administración federal es el correcto, pero el récord de muertes para un sexenio dictamina lo contrario.
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Cabría esperar que autoridades convoquen a especialistas que puedan reorientar los esfuerzos para que una institución como el Ejército y en general las Fuerzas Armadas, con la valía histórica que las precede, regresen pronto a sus labores propias, pero que también se comience a sentar bases en cuerpos de seguridad civiles que tengan las capacidades para afrontar un problema tan de suyo grave como es la inseguridad.
Porque hasta hoy con el último recurso del Ejército patrullando las calles, la seguridad sigue siendo la gran preocupación de los ciudadanos.