A la edad de 50 años John Dee se enamoró.
Jamás había conocido las dulcedumbres y amarguras del amor. Metido en sus filosofías, cometió el grave error de no vivir. Jamás tuvo el acierto de equivocarse; fue hombre de mucho pensar y de poco sentir.
El día que llegó al medio siglo vio a una mujer que tendría su misma edad, y se prendó de ella. Bien pronto supo que esa mujer sabía cosas ignoradas por él. Y sus saberes femeninos eran más importantes que todos los que él poseía.
Ahora la visita una vez por semana. Dice a sus amigos para justificar su ausencia de esa noche: “Tengo una cita con la vida”.
John Dee fue muy afortunado. Tuvo en sus brazos a una mujer, y eso equivale, siquiera sea por instantes, a tener en sus brazos el mundo. El amor es la mayor de todas las filosofías, y él la conoció, siquiera haya sido por instantes.
¡Hasta mañana!...