Mirador 09/11/2023

Opinión
/ 9 noviembre 2023

Yo no soy hombre de mar.

Le tengo miedo.

Me he aventurado por cuatro o cinco de los siete mares, sólo que en alguno de esos gigantescos barcos que son como ciudades. Pero aún en medio de sus comodidades y sus lujos temía que apareciera un iceberg en el Mar Caribe y que el navío chocara contra él, o que sus desorbitadas dimensiones hicieran que se partiera en dos.

Yo soy feliz en la montaña, más cerca de nubes que de olas. En vez de oler a sal percibo aromas de resina y musgo. Es cierto: he disfrutado de amaneceres y ocasos en la playa, y me he dormido oyendo la eterna voz del mar, la misma que oyó Homero, la misma que volvió loco al capitán Ahab; pero vivo mejor en tierra adentro, lejos de ese terrible monstruo de inesperadas cóleras.

El mar es un inmenso cementerio que no deja a sus muertos descansar en paz.

Será por eso que le tengo miedo.

¡Hasta mañana!...

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