Mirador 11/03/2025

Al principio el engañoso toqueteo del pajarraco me hacía dejar la cama para ir a la puerta a ver quién llamaba
Este pájaro me despierta en la casa del Potrero cuando apenas ha salido el sol.
Es un pájaro de oficio carpintero, como diría el poeta de Jerez. Los barrotes del balcón de mi ventana son de madera, y en ella ensaya sus percusiones el tamborilero. “¡Toc toc toc!” –suena con ritmo que Gene Krupa habría envidiado. “¡Toc toc toc!”.
A mí no me molesta el ave. He llegado a una edad serena en que nada me molesta, salvo algunas excepciones que no cito porque pasan de 10 mil. Al principio el engañoso toqueteo del pajarraco me hacía dejar la cama para ir a la puerta a ver quién llamaba. Pero soy pronto en aprender, y después de unas 40 veces en que me levanté dejé de hacerlo.
Le agradezco al percusionista su puntualidad. Tengo para mí que si el pájaro carpintero no carpinteara el sol no aparecería.
-Toc toc toc.
-¿Quién es?
-La vida.
¡Hasta mañana!...