Mirador 20/08/21
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¿Quién es esta mujer cuyo retrato cuelga en uno de los salones de la casa del Potrero?
No lo sé. Nadie lo sabe.
Sus cabellos son rubios; sus ojos tienen color claro; su mirada, que te sigue por donde vas, es sugestiva.
Y sus labios... Finos, se abren apenas para insinuar una sonrisa que no llega a sonrisa, que queda en un asomo de sonrisa, como si la dama temiera entregarse al sonreír.
Ninguna marca tiene esa fotografía que permita adivinar el lugar o la fecha en que se hizo. El vidrio y el marco hacen suponer que es de finales del siglo antepasado, o primeros años del pasado. Pero eso no dice nada acerca de la identidad de la modelo.
A mí no me preocupa que se ignore quién es la dama del retrato.
Sé que algún día -o más bien alguna noche- me lo dirá cuando en la sala estemos solos ella y yo.
¡Hasta mañana!...