Morena: ¿Partido ‘catch-all’?

Opinión
/ 19 marzo 2025

No creo que estuviera en los planes de Morena ser un partido que representara a todo el espectro ideológico. Pero lo haya buscado o no, parece estar convirtiéndose en un partido atrapa-todo

En una sociedad como la nuestra es normal que coexistan doctrinas e ideologías variadas. Frente a los problemas, desafíos y oportunidades que enfrentamos existen múltiples aproximaciones a eso que convenimos llamar “realidad”; o bien, ideas diversas que buscan explicar o dar cuenta del acontecer en el corto, mediano o largo plazo para intentar o llegar a dar soluciones a tal o cual problema o situación. Estas ideas suelen ser diferentes debido a que los seres humanos pensamos diferente, pues hemos sido educados de manera distinta o porque nuestros intereses concretos nos colocan, en mayor o menor medida, en una determinada óptica.

A la par de esta disparidad de maneras de pensar, existe la priorización que cada persona da a los diversos temas. Para un desempleado, presumimos que la prioridad será conseguir un empleo. Su reclamo principal contra la situación que enfrenta será la falta de oportunidades. Por más grave que sea otro problema, no será su prioridad. Eso no significa que esos graves problemas le sean indiferentes o que no tenga una postura propia al respecto; significa sólo que no son su prioridad.

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De esa forma, ciudadanos y gobiernos van cruzando ideologías y prioridades, y así se van formando en el seno de la sociedad grupos más o menos homogéneos que piensan de determinada manera y se enfrentan a quienes piensan distinto. Así se constituyen partidos políticos y grupos de presión, que luego integran los poderes establecidos en sus distintos niveles y formas.

Este preámbulo, digamos teórico, me permite comentar que, pese a que exista una amplia variedad de puntos de vista e ideologías, de vez en cuando surgen lo que se llaman partidos catch all, partidos atrapa-todo, que se hacen del poder mediante el voto popular, que por no representar a un grupo determinado de la sociedad abren sus puertas a todos, sin que les importe construir un núcleo duro en torno al cual coincidir. Lo que importa en tales casos es encontrarse en el barco ganador, ya habrá dentro del barco las formas de procesar las diferencias y, cuando el asunto se complica, siempre existe una figura que detenta mayor fuerza que los grupos encontrados por sus diferencias internas. En esta figura recae la posibilidad real de dar su fallo. Si los grupos aceptan la decisión, ganen o pierdan, más tarde vendrá la recompensa; si uno o más grupos no aceptan, su rebelión es castigada, lo más probable será que los saquen del navío.

Durante demasiadas décadas, en México tuvimos al PRI, partido que prohijó figuras tan disímbolas como Luis Echeverría o Carlos Salinas de Gortari. En Argentina, el Partido Justicialista cobijó por igual al derechista Menem o gobernantes socialdemócratas como Néstor y Cristina Kirchner. Si consultamos la historia encontraremos muchos ejemplos semejantes en varias partes del mundo.

Morena no nació como un partido atrapa-todo. Su oposición, a lo que AMLO bautizó como PRIAN, fue muy clara. Si bien ganó con el 53 por ciento de los votos emitidos, un 47 por ciento de los mexicanos no lo apoyó. Claudia Sheinbaum incrementó esa ventaja y llegó al 60 por ciento de apoyo en su elección presidencial. Pero hoy en día tiene índices de popularidad que rebasan el 85 por ciento. Ni el PRI en sus épocas doradas, ni Fox el 1 de diciembre del año 2000.

No creo que estuviera en los planes de Morena ser un partido que representara a todo el espectro ideológico mexicano. Pero lo haya buscado o no, parece estar convirtiéndose en un partido atrapa-todo. Mucho ayudaron las ideas abstractas de López Obrador para que se hayan sumado a su movimiento personas con antecedentes políticos muy dispares. La tendencia creció con la presidenta Sheinbaum.

Sin duda la nulidad de la oposición, la falta de alternativas frente a la 4T es oxígeno puro para Morena. Pero también lo es la necesidad de un cobijo por parte de los grupos de interés. Los empresarios, que antes financiaban campañas contra Morena y López Obrador, ahora se suman a las políticas del Segundo Piso. Así los expanistas y expriistas, ni tardos ni perezosos, se afilian al nuevo partido todopoderoso. Actualmente la lucha por el poder en México se dirime dentro de Morena. Por eso es más importante la discusión de si la Presidenta tiene o no el poder en el partido, que cualquier cosa que digan o dejen de decir los líderes de la oposición.

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El PRI y el PAN se encaminan hacia su extinción. Morena es hoy el nuevo partido-sistema, el partido catch all. Un partido sistema que tendrá que satisfacer o reprimir una infinidad de apetitos diversos con ideologías y pensamientos diversos. El nuevo sistema es muy fuerte y sólo empezará a caer cuando aparezca una crisis severa. Las crisis suelen comenzar por la economía.

El pleito por los dineros desemboca en un pleito por el poder. Ambos choques desembocan en escisiones que, supuestamente, darán vida a nuevos partidos que representarán a las variadas ideologías e intereses afectados por la acción gubernamental. Pero para eso creo que falta, pensaría que mucho, pero también es cierto que los cambios sociales hoy son más rápidos y espontáneos que antaño. Veremos.

Facebook: Chuy Ramirez

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