Movilidad urbana: un reto para Saltillo
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Saltillo es una de las mejores ciudades para vivir en México y eso no está en discusión. Los datos objetivos respaldan la afirmación anterior desde hace ya un buen número de años. Sin embargo, tiene pendientes que es necesario señalar y a los cuales no se les debe soslayar.
Uno de los rezagos que nuestra ciudad tiene es el relativo a la movilidad. Y esto no solamente implica la necesidad de mejorar el transporte público, sino el incentivar el cúmulo de opciones alternativas que hoy existen para trasladarse dentro de una mancha urbana.
Lo anterior viene a cuento a propósito de los resultados de la más reciente edición del Índice de Competitividad Urbana desarrollado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) que ubicó a la capital coahuilense como la segunda ciudad con mejores calificaciones en el segmento de zonas urbanas con más de un millón de habitantes.
De acuerdo con los resultados de este Índice, en la Región Sureste de Coahuila, que comprende además de Saltillo los municipios de Arteaga y Ramos Arizpe, el nivel de inversión en movilidad urbana se ubicó en la porción media baja del ranking, lo cual implica un área de oportunidad para mejorar resultados a futuro.
No es este dato, es necesario decirlo, un “descubrimiento” de quienes tienen a su cargo la elaboración del índice del IMCO. Se trata de una realidad que podemos constatar todos los que habitamos esta región, independientemente de si usamos el transporte público o no.
Quienes sí lo hacen, por cierto, tienen más y mejores evidencias para pronunciarse al respecto, pues cada semana invierten un número indeseable de horas en trasladarse de sus hogares a sus lugares de trabajo, para ya no hablar de lo que implican el resto de las actividades cotidianas.
¿Qué deben hacer nuestras autoridades para mejorar la movilidad urbana en Saltillo? Las respuestas son múltiples, pero quizá la más elemental sea conocer y estudiar los muchos ejemplos que existen, alrededor del mundo, sobre cómo transformar los mecanismos que utilizamos cotidianamente las personas para movernos de un lugar a otro.
Y en este sentido, uno de los elementos fundamentales tiene que ver con el hecho de desplazar al automóvil particular del centro del esquema de movilidad, porque su ineficiencia está sobradamente probada a estas alturas.
No se trata, por cierto, de prohibir que las personas tengan un automóvil propio. De lo que se trata es de rediseñar el esquema de movilidad de nuestras ciudades para que las personas puedan decidir libremente si quieren poseer un auto o no, y que ello no esté determinado por la imposibilidad de desplazarse si no cuentan con este.
Se trata, a no dudarlo, de uno de los retos más importantes de cara al futuro y de un desafío que implica pensar en soluciones orientadas a lograr que las personas tengan una mejor calidad de vida, una oportunidad que eso que llamamos “modernidad” nos está robando a todos.