Mozart y Beethoven en el Musave, una velada con alas

Un maridaje musical deleitoso fue el que se presenció y escuchó la noche del miércoles próximo pasado en el auditorio del Museo de las Aves (Musave), brindado por la Orquesta Filarmónica del Desierto, en el cuarto concierto de su temporada 2025. Las piezas del programa fueron la Sinfonía no. 35 en Re mayor, K. 385 “Haffner” (1782), de W. A. Mozart y el Concierto para violín y orquesta en Re mayor, Op. 61 (1806), de Ludwig van Beethoven.
Los músicos invitados en esta ocasión fueron los maestros Enrique Barrios, dirigiendo a la OFDC, y el maestro Román Revueltas, como solista al violín. La lectura e interpretación de estas dos obras maestras mostraron la pericia y vastísima experiencia que han alcanzado los dos músicos mexicanos. La conjunción de estos enormes talentos nacionales con la juventud rayana en la madurez musical de la OFDC, hicieron las delicias del público que asistió en gran número al Musave.
La Sinfonía “Haffner” de Mozart abrió el programa. Compuesta en 1782, la “Haffner” es una de las primeras obras de madurez de Mozart. La versión ofrecida por el maestro Barrios fue una pletórica de matices y energía exultantes, en la que el carácter de sus cuatro movimientos quedaron bellamente delineados. Un primer movimiento robusto, contenido en los linderos del virtuosismo medido, en el que Barrios no escatimó en desbordar discretamente las dinámicas electrizantes del Allegro con spirito. La sagaz batuta de Barrios mostró un preámbulo promisorio de lo venidero.
El Andante incursionó en el fraseo galante, propio de la época. Las cuerdas avalaron y acariciaron los sforzatos y reguladores impresos en la partitura. Los diálogos entre las cuerdas y los alientos madera fueron de una exquisitez intensamente cálida El Menuetto y Trio, el tercer movimiento de la sinfonía, fueron una consecución natural del movimiento predecesor, ya que el impulso y energía galantes implícitos Barrios los hilvanó con equilibrio. La OFDC hizo alarde de su virtuosismo en el Presto, cuarto y último movimiento de la sinfonía.
El maestro Barrios sometió a la orquesta con un tempo presto que no desdibujó las figuraciones rápidas de las cuerdas y los alientos. La uniformidad de las cuerdas en los pasajes de figuraciones rápidas fue de una claridad meridiana. La versión de esta interpretación fue de una liviandad muy propia del clasicismo vienés, sin menoscabo de la energía y lirismo galante que gravitan en la partitura.
Después de un breve intermedio, el programa dio paso a la audición e interpretación del Concierto para violín en Re mayor de Beethoven. Compuesto en 1806 por encargo del virtuoso violinista Franz Clement, amigo de Beethoven, la obra es el único concierto compuesto por el genio de Bonn para el violín (Beethoven compuso con anterioridad las dos Romanzas para violín y orquesta, que pudieran ser consideradas como antecedentes del concierto en Re mayor).
Qué decir de la solvencia del maestro Román Revueltas ante su íntimo conocimiento de la partitura y la consecuente interpretación preñada tanto de lirismo como de virtuosismo. Valgan estas breves conjeturas sobre su fina interpretación: empiezo diciendo que la batuta de Barrios y la OFDC acompañaron con precisión el periplo de Revueltas por las imbricadas páginas del concierto.
En el Allegro ma non troppo, su interpretación detallista, pulcra y no exenta del espíritu lírico de sus temas, fueron el tenor con el que deleitó a un público sumamente receptivo. La cadencia fue abordada con convicción e ímpetu generosos. El Larghetto, fue de una dulzura y claridad epifánica. El arco de Revueltas tejió de lirismo las frases densas de expresividad; la orquesta cuidó el balance delicado y terso del solista, gracias a la meticulosa lectura y acompañamiento de Barrios.
La serenidad del movimiento transfiguró el contexto de los movimientos de las obras. Un Rondó (Allegro), sucede a la introspección del Larghetto con un estallido de energía y un flujo vivaz que permea el último movimiento. En este punto de la partitura Revueltas resucita el ánimo introspectivo e introduce la energía jocosa de un Beethoven habitualmente dramático y tormentoso. La cadenza que cierra el concierto fue un alarde del virtuosismo de Revueltas.
CODA
“La música es una revelación más elevada que la filosofía”. Ludwig van Beethoven.