Nueva cosecha de refranes
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En mis lecturas me topo siempre con el rico refranero mexicano. He aquí unas nuevas adquisiciones:
- El pendejo ni a Dios goza.
Significa que los tontos ni siquiera son capaces de disfrutar las bendiciones que nos envía el Señor.
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- Enfermedad es la mía; lo de mi vecino es maña.
Sólo nos duelen los males propios; los ajenos nos parecen inventados.
- Con ese pecho yo canto hasta el Alabado viejo.
Éste es un piropo picaresco para decirlo a una mujer de generoso busto. El Alabado es un canto religioso que entonaban los campesinos, acasillados en las haciendas mexicanas, al comienzo y final de sus trabajos. Había dos Alabados, el antiguo y el nuevo. El antiguo era más difícil de cantar que el otro.
- ¿Cómo he de adorarlo Cristo, si lo conocí guayabo?
Es difícil que alguien nos deslumbre si lo conocimos cuando aún no deslumbraba. Del mismo modo nos costará trabajo venerar una imagen que vimos tallar de un tronco de árbol.
- Sóplale a la lumbre, hermano; ya verás qué cenicero.
No conviene causar agitaciones, pues luego será difícil afrontar las consecuencias.
- ¿Por qué con tamal me pagas, teniendo bizcochería?
Frase vulgar para reclamarle a una mujer que regatea sus encantos.
- Quien enviuda y vuelve a casar, tiene cuentas con el diablo y se las quiere pagar.
Advierte contra los riesgos de un segundo matrimonio.
- Tras la nana va la hija, y el poncho que las cobija.
Quiere decir que la hija sigue el ejemplo de su madre.
- El mejor pagador es el fiador.
Significa que el que dio su aval a alguien siempre acaba pagando lo que el otro no pagó.
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- El que ha nacido en petate siempre anda apestando a tule.
Declara que nadie puede negar su origen.
- Es como el pozole de Sayula, de pura trompa.
Este dicho se le aplica al hablador.
- Lo comido y lo yogado es lo único aprovechado.
Comer ya sabemos qué es. Yogar es un arcaísmo que significa realizar el acto carnal.