Nuevos comienzos, nuevas oportunidades: el poder de la Universidad
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En los nuevos comienzos se encuentra la magia del renacimiento. Volver a comenzar siempre es una buena oportunidad para reinventarnos y redescubrir nuestra verdadera esencia. Las experiencias pasadas han tenido un impacto en nosotras y nosotros, pero no nos definen completamente. Cada vez que decidimos volver a empezar, nos damos cuenta de que nuestra capacidad de aprendizaje es infinita.
A propósito de esto, en algunas semanas más, miles de alumnas y alumnos universitarios de todo México regresarán a las aulas. Una vez más, los salones de clase se convertirán en puentes hacia la igualdad, y en un camino que pretende eliminar barreras y permitirles a las personas acceder a un nivel educativo más alto. Este es uno de los objetivos de las universidades: ser una fuerza que impulse la movilidad social a través de la creación de oportunidades de crecimiento a aquellas y aquellos que buscan superarse y alcanzar sus sueños.
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En este sentido, la educación universitaria se convierte en un aspecto fundamental para el desarrollo. La Universidad debe de contribuir en la formación de profesionales altamente capacitados en diversas áreas, que contribuyan al desarrollo y progreso de la sociedad. Los avances en ciencia, tecnología, medicina, ingeniería, y demás, son esenciales para resolver los problemas globales y mejorar la calidad de vida de las personas. Esta evolución será más probable en sociedades donde cada vez más personas tengan acceso a la educación universitaria.
Además, con la tarea de empoderar a sus ciudadanos y brindarles herramientas necesarias para participar de manera informada y activa en los asuntos públicos, la Universidad se convierte en un arma fundamental para fortalecer a las sociedades democráticas. Ella es crucial para formar personas críticas, informadas y comprometidas con la Democracia y los derechos humanos.
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La Universidad, en términos amplios, tendría que incentivar que las y los estudiantes cuestionen, revisen y evalúen la información desde distintos puntos de vista. Esto ayudaría a formar ciudadanos que buscan comprender la complejidad de las causas de los problemas y con esto buscar soluciones reales, en lugar de conformarse con respuestas simples y superficiales. Estos nobles objetivos se renuevan cada año con cada nueva generación de estudiantes que ingresa a la Universidad. Es un momento de emoción y expectativas.
Y con cada nuevo comienzo también suelen llegar nuevas oportunidades... de aprender, de estudiar, de conocer y de ser mejores profesionistas. Y si bien identificar y aprovechar estas oportunidades dependerá de cada uno, como sociedad no debemos dejar de apostarle a la educación como una herramienta de cambio y transformación social. Invertir en las y los estudiantes para que estos se conviertan en profesionistas competentes que puedan resolver los problemas de la actualidad y los del futuro. Citando a Theodore Hesburgh, “la compasión sin competencia sería un engaño cruel para aquellos a quienes servimos”.