Otra vez el rey de España y el retorno del besamanos

Opinión
/ 6 octubre 2024

Otra vez a chinchar con esa manía arraigada de nuestros gobernantes de exigir a la monarquía española se disculpe por los excesos de la Conquista por algo que no sabemos quién tiene culpa: si la estirpe de los reyes Católicos y su casa real Trastámara. Acaso los Austrias-Hasburgo del Sacro Imperio Romano Germánico. O más bien los actuales borbones que en aquel entonces eran franceses de la casa de los Capetos, por lo que está difícil que ahora el rey Felipe VI acepte alguna culpa y menos que acceda a pedirnos perdón. Sólo los historiadores de Saltillo, tan sabios y orgánicos, sabrán a quién buscar para exigir compensación. No estaría mal que don Arturo Berrueto, emulando a don Miguel Ramos Arizpe, se fuera de inmediato a luchar ante las cortes europeas por un desagravio definitivo y en metálico, que estaría mejor.

Y es que Andrés Manuel López Obrador, viejo zorro priista, usaba esas artimañas para desviar la atención de temas peliagudos. AMLO pidió perdón a los indígenas como descendiente de cántabros y asturianos. Asimismo la presidenta Claudia Sheinbaum se disculpó por la matanza de Tlatelolco aunque ella sea una heredera espiritual de las víctimas. Tampoco Omar García Harfuch es culpable de lo que su abuelo, secretario de la Defensa en esa época, haya hecho o dejado de hacer.

TE PUEDE INTERESAR: Coahuila: Las peras y manzanas del olmo de Rubén Moreira

El mundo está lleno de agravios, víctimas y verdugos. Nuestra Presidenta, descendiente judía asquenazi, podría pedir disculpas a los alemanes por el Holocausto. Los árabes locales de la poderosa “M”, como los Marcos, Manzur, Masso, Mohamar, Musa, Murra y Ganem con eme final de amén, pedirían que se modere la exhibición ostentosa del apóstol Santiago Matamoros, tan venerado por los conquistadores, el santo del caballo blanco con la espada en vilo masacrando árabes.

Estar anclado a esos atavismos nos distrae para reclamar por la inseguridad, homicidios, la urgencia de recursos para estados y municipios. ¿Acaso la insurgencia judicial no es apremiante?

“Andar molestando a su majestad el rey de España, que tiene más de 40 títulos nobiliarios, es una baladronada”, nos reprende don Isidro del Bosque, consultor de la aristocracia y que está en contra del vulgar populismo que sólo conduce al Cerro de las Campanas. “Hay niveles y alcurnia en este Saltillo de abolengos. Aquí es un honor ser fifí y conservador”, nos dice con mayestática voz el monárquico Chilín.

Y está bien conservar tradiciones como el “Besamanos”, acto de cortesía política que don Isidro aconsejó retomar a Claudia Sheinbaum. Pero nuestra Presidenta erró al besar la mano del senador Manuel Velasco, el sangrón esposo de Anahí, si acaso hubiera sido a Noroña, otra cosa hubiera sido.

Con España hemos tenido agudas diferencias. Desde que quemábamos tiendas de gachupines en la celebración de nuestra Independencia hasta el abismo que nos separó cuando la dictadura de Franco. Nunca nos perdonaron el reconocimiento a la República en el exilio. Luego Ortega nos ofendió con el desliz étnico al decir que México era una “cena de negros” en vez de “cena de indios” (sigue siendo). Y el colmo, luego de 40 años sin relaciones mandamos al tenebroso Gustavo Díaz Ordaz de embajador y tiempo después a su alteza Jorge Zermeño Infante, rey de la frivolidad. Diferencias irreconciliables. Mientras Vicente Fox le susurra “¡Mi rey!” a Juan Carlos de Borbón, Claudia Sheinbaum menosprecia al rey de las Indias Occidentales, Felipe VI porque, entre esas “Indias” está México. ¡Son fregaderas!

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM