Para este miércoles, una historia

Opinión
/ 14 agosto 2024

Plácido Garza detona un caso real, con personajes, situaciones y lugares ficticios

Les platico:

A mis cercanos les comento que a veces escribo para que me lea una sola persona, o dos o tres o cuatro.

Sé que esto no agravia al resto de mis lectores, pues el periodismo siempre ha permitido esto que menciono.

Entonces, en seguida les platico una situación real, no así los nombres, situaciones y lugares, confiando en que los directamente involucrados en este caso se darán por aludidos, espero que para bien y si es para mal, ni modo. ¿Arre? ¡Arre!

Primer acto:

Miguel Heimann Hertz, miembro de la acaudalada comunidad judía de Polanco en la CDMX, es un artista natural.

Canta, cocina, pinta, emprendedor de negocios como pocos, deportista otrora al aire libre (más adelante les diré por qué no lo hace desde hace un año), amiguero y niñero como pocos, devoto esposo y padre de una hija cercana a la adolescencia, buen hijo y hermano.

En suma, Miguel es un buen tipo, por todos los lados que se le vea.

Como sucede a menudo con personas así, sin deberla, provocarla ni temerla, despiertan envidias en gente acomplejada que quisiera al menos un gramo de los kilos de simpatía que destila gente como él.

Tales sentimientos innobles llegó a despertar en el cuñado de uno de sus hermanos:

Pedro Sánchez se llama, y es el reverso de la moneda: opaco, sin dote alguna de artista, hijo consumado de papi a sus 40 años -atenido o mantenido, diría mi abuela la alcaldesa- e híperlactante hasta la pared de enfrente.

Miguel y Pedro convivían como producto de la relación indirectamente familiar que les une, pero el segundo veía con recelo y envidia al primero.

Pedro tiene tres hijos; dos varones y una nena de 15 años.

Entre sus dotes no se cuenta la buena educación a su prole, por lo cual, principalmente la muchachita le salió medio cabrona.

Para llamar la atención de sus padres -Pedro y Micaela- hacía gala de su mente fantasiosa y se inventaba cada historia que haría palidecer a Corín Tellado.

Un día, Pedro castigó a Mercalina -que así se llama la citada nena de 15 años- por una de las muchas faltas que cometía al reglamento de buenas costumbres familiares que más o menos llevaban en su casa.

Mercalina quiso congraciarse con su papá y sin el menor recato, fue y -con lágrimas de cocodrilo de por medio- le dijo que su tío Miguel -así le decía de cariño- le había hecho tocamientos en una de las reuniones familiares que se habían dado en la casa de unos amigos.

Ese incidente fue el detonante de un acto de venganza por parte del acomplejado Pedro, quien fue corriendo y se lo confió al papá que lo sostenía económicamente, a pesar de la avanzada edad de ambos.

Voy a retroceder el tiempo a un año atrás.

Don Pancho Sánchez -que así se llama el abuelo de Mercalina- había perdido a otro de sus hijos en la forma siempre lamentable del suicidio.

Don Pancho había sido parte del equipo directivo de una de las muchas empresas trasnacionales que tienen sus oficinas en Polanco y presumía tener relaciones de primera con políticos, autoridades y medios de comunicación.

Jubilado ya con un paracaídas de oro, no terminaba de asimilar el suicido de su hijo y no buscaba quién se la había hecho, sino con quién desquitarse.

En resumen, supuraba odio y destilaba encono.

Cuando Pedro le contó el incidente ocurrido supuestamente entre Miguel y Mercalina, don Pancho montó en cólera y se movió por su cuenta para demandar al supuesto abusador de su nieta.

Recuerden, Pedro está casado con una hermana de Miguel.

Don Pancho usó sus relaciones y logró que un juez amigo suyo, le diera entrada a una demanda por abuso sexual en contra de su nieta, Mercalina, perpretado por su “tío” Miguel.

Sin prueba médica alguna, basado solo en el testimonio de la menor de edad supuestamente abusada, uno de los juzgados especializados en delitos sexuales de la CDMX le dio entrada a la demanda.

Al ser notificada la parte acusada, los hermanos y el padre de Miguel solicitaron y les fue aceptado, un examen físico y psicológico de la menor de edad y el resultado fue que no había indicio alguno de abuso sexual y en lo emocional, una tendencia a mentir para llamar la atención.

Entonces, la parte actora modificó el fondo de su demanda y en vez de abuso sexual, se arguyó ese delito pero en grado de tentativa.

Don Pancho pidió apoyo a un amigo suyo, dueño de un periódico, y el medio publicó la versión de la parte acusadora, sin molestarse en incluir la del acusado.

Como consecuencia de ello, al verse presionado mediáticamente, el juez de la causa fortaleció su postura para echarle la mano a su cuate, don Pancho, y también sucumbió a la presión social, porque corrió como reguero de pólvora, que un miembro de la prominente familia Heimann Hertz, estaba acusado de violar sexualmente a una menor de edad.

Con una velocidad inusual para la tradicional lentitud con que se mueven las leyes mexicanas, fue cumplimentada una orden de aprehensión contra Miguel y fue recluido en el Penal de Barrientos.

Su defensa solicitó una y otra vez pruebas a la parte demandante, pero como no las presentaron, mediante una serie de recursos legales combinados, Miguel fue liberado de Barrientos y condenado a confinamiento en su propia casa, mientras se resuelve el fondo del asunto.

Le confiscaron su pasaporte para evitar que abandone el País.

Miguel pedía a gritos responder mediáticamente a quienes le estaban desgraciando la vida, pero sus abogados le prohibieron decir una sola palabra a la prensa.

Claro, los méndigos se oponen a eso porque tienen más de un año de estar cobrando honorarios, mientras su cliente languidece los mejores tiempos de su vida encerrado en su casa.

Para amolarla de acabar, parte de su propia familia se opuso también a que diera a la prensa su versión, pues -recuerden- Pedro, el padre de Mercalina, es hermano de la esposa de uno de los hermanos del acusado.

El padre de Miguel llegó a decir que por ningún motivo iban a afectar la relación con la familia política de uno de sus hijos.

Mientras tanto, la mamá de Miguel -doña Elvira Hertz- sufre una depresión severa y a pesar de que es una mujer fuerte, está doblegándose ante la situación de su hijo.

Conclusiones:

1. Para evitar que estalle un conflicto con su familia política, los hermanos y el padre de Miguel no quieren tirarse a matar mediáticamente.

2. Prefieren aceptar tácitamente la rumorología desatada contra su hijo, que ya le causó el divorcio y el alejamiento con su hija.

3. Están obligando a que Miguel siga pagando mensualidades de cincos ceros a abogados que ganan por el aletargamiento de las leyes mexicanas, con el agravante de que a pesar de formar parte de una familia de recursos, por estar recluido en su casa, no puede generar los ingresos que lograría si pudiera transitar libremente.

4. Los leguleyos son muy afectos a considerar a la prensa como rival de ellos, pero la realidad en México dice que la presión social ejercida por los medios, puede ser determinante para lograr la tan ansiada transparencia y atingencia con que las leyes deben ser impartidas.

5. En este sentido, le doy un voto de confianza a López Obrador en su intención de arrebatarle a los influyentes, el control del poder judicial. Pero como les digo una cosa les digo otra: no estoy de acuerdo en que el pueblo noble y sabio, pero también, ignorante, elija a los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Cajón de Sartre:

- Mañana, cambio completo de programa, sin faltar el Incomparable, Intrusivo, Irredento, Irreverente, Implacable, Indómito e Imparable -más que Samuel- Iván.

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Nominado a los Premios 2019 “Maria Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “SIP, Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Es miembro de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe diariamente su columna “IRREVERENTE” para prensa y TV en más de 40 medios nacionales y extranjeros. Maestro en el ITESM, la U-ERRE y universidades extranjeras, de distinguidos comunicadores. Como montañista, ha conquistado las cumbres más altas de América.

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