Pemex se hunde
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Duro, contundente y sin cortapisas fue el comunicado de la agencia calificadora Fitch Ratings, en el cual anunciaba la rebaja de la nota crediticia de Pemex, llevándola a la escala B+ desde la BB- que poseía desde marzo pasado. Aún cuando la calificación de la empresa productiva del Estado por Fitch, ya se encontraba en terreno especulativo, la rebaja la coloca en una situación aún más complicada.
Entre los factores que destaca la calificadora para sostener la decisión destacan, el débil desempeño operativo de la petrolera, así como sus limitados accesos de financiamiento con bancos, inversionistas y proveedores. Lo anterior ha derivado en severos impactos ambientales y sociales, ocasionados por múltiples accidentes en las operaciones de Pemex, perjudicando no solo a los empleados, sino también dañando activos cruciales para la empresa.
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Fitch resalta la débil posición de liquidez que guarda Pemex, que al parecer pesó más en la decisión de la agencia calificadora. La empresa enfrentará vencimientos de deuda para este año, por un monto de 4.6 miles de millones de dólares y por otros 10.9 miles de millones de dólares para el 2024, lo cual vendría a presionar sus finanzas.
Adicionalmente un factor que complica el flujo financiero de Pemex es que alrededor de un 85 por ciento de su deuda está denominada en monedas duras, por lo que queda a expensas de las turbulencias que ocurran en los mercados cambiarios.
Cabe recordar que Moody’s, otra de las tres grandes agencias calificadoras, tiene también la nota crediticia de Pemex en grado especulativo desde abril del año pasado. Aunque Standard & Poor’s sea la única de las tres grandes que mantenga a la petrolera con una nota BBB dentro del espectro de inversión, el hecho de que dos de las tres calificadoras la tengan en grado especulativo, implica que, para efectos prácticos, Pemex ya haya perdido el grado de inversión.
Las presiones para Pemex en cuanto a fuentes y condiciones óptimas de financiamiento se intensificarán y se conjugarán con el inevitable tránsito que de forma paulatina el mundo experimenta hacia fuentes de energía limpia y que, por una necedad ideológica, el gobierno no le ha permitido a Pemex ni a particulares entrar de lleno a ese nicho.
Las implicaciones de la situación financiera de Pemex tienen varias aristas. Uno obvio tiene que ver con las finanzas públicas, ya que en la medida en que el Gobierno se vea comprometido a apoyar con recursos fiscales a Pemex, en esa medida se ira deteriorando el margen de maniobra presupuestal, aumentando la probabilidad de que sea ahora la calificación soberana la que se vea deteriorada.
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Otra derivación, aun más grave tiene que ver con el tema de la seguridad y continuidad en el abasto energético ante un inminente colapso de Pemex. Como ya sabemos que la actual administración no hará nada y negará cualquier problema, urge una posición clara y comprometida por parte de los aspirantes a la Presidencia sobre el futuro de Pemex y del sector energético en su conjunto.