Pensamiento divergente

Opinión
/ 24 enero 2023

Aprender a pensar entendiendo los problemas como oportunidades, representa un inmenso desafío, pero vale la pena intentarlo

Según Edward de Bono, “la inteligencia es el vehículo, el pensamiento es el conductor. El vehículo necesita un buen piloto para conducirlo adecuadamente, un mal conductor puede chocar sin importar cuán bueno es el vehículo”. De Bono busca generar saltos conceptuales para romper la lógica de las pautas perceptivas, propias del ser humano. De esta manera modificaremos la percepción y se generarán ideas y soluciones nuevas y diferentes.

ACERTIJO

Va un acertijo: “Una señora se dejó olvidado en casa el permiso de conducir. No se detuvo en un alto, despreció una señal de dirección prohibida y anduvo tres cuadras en dirección contraria por una calle de sentido único. Todo esto fue observado por un agente de tránsito, quien, sin embargo, no hizo el menor intento para impedírselo. ¿Por qué?” (Respuesta al final).

Los acertijos son entretenidos y cautivadores; sin duda, estaremos de acuerdo que muchas veces para resolverlos requerimos pensar de manera inusual, diferente e innovadora. De forma lateral.

PENSAR DISTINTO

El Dr. Edward de Bono es uno de los investigadores que más ha contribuido en el desarrollo de la creatividad y de los procesos de raciocinio del ser humano.

Según De Bono, la mayoría de la gente resuelve problemas pensando en una sola dirección, cuando puede haber varias formas de solucionarlo, pero que no son visibles a simple vista. Este investigador manifiesta que el pensamiento lógico, el tradicional o lineal (unidireccional), desde hace tiempo alcanzó su madurez, razón por la cual para resolver los retos cotidianos es pertinente explotar otras posibilidades y recursos que la mente ofrece, como es la intuición, la asociación de ideas y la imaginación, por lo tanto propone resolver los problemas mediante métodos no ortodoxos o aparentemente ilógicos.

La profundidad de sus ideas y conceptos son interesantes, inclusive desconcertantes, pues ha llegado a manifestar que más de la mitad de la capacidad mental del ser humano puede ser explotada a través de lo que denominó como “pensamiento divergente o lateral” (lateral thinking), el cual tiene “la posibilidad de cambiar en cualquier momento la posición propia por la de otros, para observar cómo se ve desde un ángulo diferente. En el pensamiento lateral en algún momento las partes miran en la misma dirección”.

Pensar lateralmente implica complementar al pensamiento lógico tradicional, pues al ser este un proceso mecánico no sólo puede llegar a ser inexacto, sino también puede inducir a las personas a tomar decisiones erróneas.

El pensamiento lateral es libre y asociativo, lo que permite llegar a soluciones desde ángulos inimaginables. Es necesario apuntar que el pensamiento lógico y el lateral son siempre complementarios, pero el divergente tiene la cualidad de incentivar el ingenio y la creatividad, por lo que es usado para crear ideas, mientras que el lógico es muy útil para seleccionar, desarrollar y materializar las ideas creadas.

El pensamiento lateral representa una excelente fuente de aprendizaje al brindar la posibilidad de resolver creativamente los “problemas” que se presentan cotidianamente. Adicionalmente, la manera de razonar que ofrece De Bono conlleva a las personas a ser más propositivas, optimistas y entusiastas, dado que, bajo esta óptica, las denominadas “dificultades” se transforman en oportunidades.

Para ilustrar los alcances del pensamiento divergente comparto un extracto de una narración que el autor expone en su libro “Pensar Bien”(*):

EL MERCADER Y EL PRESTAMISTA

“Hace muchos años, cuando una persona que debía dinero podía ir a la cárcel, un mercader de Londres tuvo la desventura de acumular una enorme deuda. Al prestamista que era viejo y feo, le gustaba la hermosa y joven hija del mercader, de modo que propuso un trato: cancelaría la deuda si podía quedarse con la muchacha.

“Tanto el mercader como su hija se sintieron horrorizados ante esta proposición, pero sabían que no tenían más remedio que aceptarla. Entonces el prestamista sugirió que se dejara en manos de la providencia la decisión. Así, indicó que colocaría una piedra negra y una blanca en un saco vacío y que después la chica debía tomar una de las piedras. Si ella escogía la piedra negra, se convertiría en su esposa y la deuda de su padre sería cancelada. Si ella seleccionaba la blanca, se quedaría con su padre y la deuda sería perdonada. Pero si se rehusaba a tomar alguna de las piedras, su padre iría a la cárcel y ella quedaría sola y totalmente desprotegida.

“El mercader aceptó con renuencia. El grupo se hallaba en una vereda de piedras, en el jardín del mercader. Mientras hablaban, el prestamista se inclinó para recoger las dos piedras, pero entonces la temerosa chica se dio cuenta de que él había tomado dos piedras negras y las había colocado en el saco. Enseguida, el viejo pidió a la chica que tomara una de las piedras, la que decidiría su destino y el de su padre”.

LA ELECCIÓN

Ahora pido al lector se detenga un momento a meditar sobre este pasaje y piense cuál de las siguientes opciones debería tomar la hija del mercader (¿existen otras?):

1. La hija puede rehusarse a tomar la piedra.

2. O denunciar que existen dos piedras negras en el saco y mostrar que el prestamista es un tramposo, lo cual generaría su enojo.

3. También puede tomar la piedra negra y sacrificarse para salvar a su padre.

Si se ha inclinado por alguna de estas opciones, de acuerdo a De Bono, estaría utilizando el pensamiento lógico tradicional (también denominado “vertical”), y cualquiera de estas decisiones provocaría que la muchacha tuviera que casarse con el prestamista o, en todo caso, enviaría al padre a prisión.

Esta historia muestra un típico problema en donde, aparentemente, no existe una salida inteligente y beneficiosa, sino más bien pareciera que ante esta clase de realidades el raciocinio fuese un enemigo.

Pero ¿existe una solución alterna para la hija del mercader? ¿Acaso el prestamista se tiene que salir con la suya?

INESPERADA SOLUCIÓN

Utilizando el pensamiento divergente, De Bono brinda una solución distinta, un escape insospechado. Veamos:

“La chica de la historia metió la mano en la bolsa y sacó una piedra. Sin verla, la dejó caer a la vereda, donde se perdió con las demás. ‘Que torpe soy −dijo− pero no importa: si abren la bolsa verán que piedra tomé por el color que queda’”.

“Como la piedra que había en el saco era la negra, se supuso que ella había tomado la blanca, ya que el prestamista no se atrevería a admitir su deshonestidad”.

APRENDIZAJE

La moraleja es clara: una situación que parece imposible de remediar beneficiosamente se puede transformar en una condición ventajosa, en una oportunidad, cuando se hace uso del pensamiento divergente.

La solución que se deriva de este proceso, analizada ahora desde la óptica del pensamiento tradicional, suena bastante lógica y diríamos que, en ocasiones hasta obvia, y entonces es cuando exclamamos: “¡qué fácil, ¿cómo no se me había ocurrido esta solución antes?!”.

En síntesis, el pensamiento lateral puede aprenderse y aplicarse para nuestro provecho. Es una actitud y un hábito mental. Es cuestión de toma de conciencia y de práctica; no de revelación.

UNA ÓPTICA DISTINTA

Aprender a pensar entendiendo los problemas como oportunidades, representa un inmenso desafío, pero vale la pena intentarlo. De hecho, el pensamiento lateral ha sido el proceso mediante el cual, hombres ordinarios con ideas y voluntades extraordinarias, han podido transformar significativamente al mundo.

La propuesta de Edward de Bono estimula, invita también a ver la existencia con una mirada fresca, optimista, repleta de esperanza. Sería buena idea analizar la posibilidad de incluir en los programas académicos el estudio y la práctica del pensamiento divergente, esto coadyuvaría a que niños y jóvenes pensaran con mayor imaginación y creatividad.

(*) Edward de Bono. “Pensar bien”. Editorial Selector. (Respuesta: la mujer iba caminando).

cgutierrez@itesm.mx

Programa Emprendedor Tec de Monterrey Campus Saltillo

$!ILUSTRACIÓN: ESMIRNA BARRERA.

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