Pobre México, tan lejos de Dios; análisis sobre el falso discurso estadounidense

Opinión
/ 18 marzo 2023
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México es el vecino más cercano y más débil de los Estados Unidos, eso nos ha llevado a lo largo de la historia a muchas veces ser la víctima del barrio. La intervención estadounidense en 1846-1848 ocupa un lugar especial en nuestra memoria. Eso que muchos llaman la guerra –pero que en realidad fue una intervención militar– nos llevó a perder 1.3 millones de kilómetros cuadrados, casi la mitad de nuestros antiguos territorios –Utah, Arizona, Nevada, California, Nuevo México y Texas que antes había conseguido la independencia de México–.

México, dividido por la mitad, se convirtió en un niño obediente en manos de Estados Unidos. Mientras tanto, los políticos estadounidenses seguían siendo fieles a las ideas del expansionismo basado en la Doctrina Monroe y las ideas del Destino Manifiesto, acuñadas por John L. O’Sullivan, significando que los Estados Unidos fueron elegidos entre otras naciones para una misión divinamente inspirada en el mundo.

Así que después de esa guerra, muchos comenzaron a tratar seriamente sus palabras y la desconfianza creció. Los años pasaron y las prisas de la vida y hasta algo de exceso de confianza nos llevaron a olvidar o dejar de lado estos hechos que hoy conviene recordar. Y es que la lejanía histórica y geográfica de esos hechos dificulta la estimación de los daños infligidos a México por esa guerra y los logros geopolíticos logrados por Estados Unidos.

El secuestro y asesinato de dos estadounidenses en Matamoros, Tamaulipas, hace unas semanas, provocó que varios políticos norteamericanos amenazaran con tomar medidas drásticas, como pedir una intervención militar estadounidense contra los narcotraficantes mexicanos, y atacaron al presidente AMLO de “apoyar” a los cárteles de la droga de México a medida que aumentan las muertes por opioides en Estados Unidos.

La presión de Washington está aumentando después de conocer que el fentanilo, un opiáceo sintético contrabandeado desde México, mató a más de 70 mil estadounidenses el año hasta agosto pasado. López Obrador ha insistido en que México no produce fentanilo, pero el informe anual de narcóticos del Departamento de Estado de EU señala que México fue la “única fuente significativa” de fentanilo ilícito el año pasado.

Ante este embate, López Obrador arremetió contra quienes piden una acción militar de EU contra los cárteles diciendo que “no vamos a permitir que intervenga un gobierno extranjero, mucho menos las fuerzas armadas de un gobierno extranjero”, y agregó que “no somos un protectorado de los Estados Unidos o una colonia”.

Yo sostengo que este escenario, el de proponer una ley para designar a los cárteles mexicanos de la droga como organizaciones terroristas extranjeras, debería ser condenado por todos los mexicanos como un intento intervencionista inaceptable.

Los estereotipos, de una parte de miembros del Partido Republicano, es de un falso discurso que sigue sin aceptar la triste, pero indiscutible realidad de un mercado de más de 50 millones de consumidores norteamericanos de drogas de cualquier tipo. Incluso me atrevo a decir que, en el fondo, hay una brutal realidad: muchos en EU siguen sin querernos.

Sólo los mexicanos somos, por supuesto, responsables de nuestro propio país, pero nadie en su sano juicio puede poner en duda la influencia negativa y positiva que ejerce nuestra vecindad. “Probablemente en ninguna parte del mundo hay dos países tan diferentes como México y Estados Unidos que viven uno al lado del otro”, escribió el reportero del New York Times, Alan Riding, y autor del libro “Vecinos Distantes: un Retrato de los Mexicanos”, una obra que expone la difícil relación que históricamente hemos tenido, la desconfianza natural entre ambos países, aderezada por la poca tolerancia que los norteamericanos han demostrado para tratar de entender a su “vecino distante”.

La geografía siempre nos ha obligado a jugar a la sombra de los Estados Unidos. Eso es aún más cierto hoy en día, así como son ciertas las palabras que suelen atribuirse al presidente mexicano Porfirio Díaz, pero que fueron escritas por el intelectual regiomontano Nemesio García Naranjo: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.

@marcosduranf

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