La peligrosa ignorancia de Isidro; cuidado con el éxodo hacia Saltillo
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Como regalo de Navidad a Saltillo y prácticamente última actividad pública del año, Isidro López, alcalde de la capital, comunicó el 20 de diciembre que la ciudad recibirá refugiados de otros países, principalmente de Centroamérica.
“La gran mayoría vienen huyendo de violencia a manos de grupos delincuenciales y organizados”, explicó el representante en México del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Mark Manly.
No es xenofobia y no son prejuicios, pero, ¿de verdad quieren que sintamos entusiasmo de recibirlos con esos antecedentes?
No faltará quien afirme que, mientras el flujo migratorio de Centro hacia Norteamérica es amenazado por Donald Trump, el Edil saltillense ofrecerá cobijo a guatemaltecos, hondureños y salvadoreños y que se trata, por tanto, de una política internacional de largo alcance.
Sin embargo, dudo que Isidro López sea conocido más allá de Derramadero y por el contrario, su ignorancia en el tema puede generar un problema social. Se trata, más bien, de una política de relumbrón ante la falta de resultados administrativos.
Hay que ver lo que sucedió en Tijuana y Mexicali desde mediados de 2016 y a la fecha. Lo que inició como un programa local de asilo a haitianos, se convirtió a la postre en una emergencia humanitaria debido a la oleada de caribeños que llegaron a la frontera de Baja California con la intención de internarse a Estados Unidos como refugiados, precisamente. Como muchos no pudieron cruzar se quedaron varados y sin recursos en México, rebasando la capacidad de respuesta del Instituto Nacional de Migración (INM) y los municipios.
Si bien hay diferencias técnicas y conceptuales entre “refugiados” y “migrantes”, ambos comparten características en común. No se trata de estigmatizarlos, pero son un fenómeno de las ciencias sociales perfectamente medible que, como tal, también presenta cuestiones negativas.
En 2014, cuando no tenía aspiraciones políticas y recién le había caído del cielo la Alcaldía de Saltillo, Isidro López declaró que los migrantes que se dediquen a pedir dinero a los automovilistas deberían solicitar un permiso para ejercer la actividad, expedido por el Departamento de Pisos, o de lo contrario serían acreedores de multa y entregados al INM.
“Por lo pronto no se va a permitir que estén en los cruceros”, dijo. “Lo que se tiene que hacer es impedir que estén ahí, se llevarán a la Comandancia de Policía”, agregó (23 octubre 2014).
Y actualmente, con la idea de que puede ser candidato del PAN a la gubernatura, cambió 180 grados el discurso: “queremos recibirlos con todo cariño, con todo el amor”. Es “una muestra de que vamos por buen camino” (20 diciembre 16).
Más allá de la bipolaridad, sería un error tratar a los refugiados como si fuesen seres aislados, como si no tuviesen familia, vecinos, conocidos que buscarían migrar también en un momento dado, utilizando su capital social como apoyo. Esos 100 del proyecto piloto se convertirían al poco tiempo en mil, no necesariamente legales, y si encuentran campo propicio seguiría creciendo exponencialmente la cifra.
No se engañe. Saltillo no es una ciudad cosmopolita ni está cercana de serlo. No somos Alemania. Los reconocimientos que presumen las administraciones de Jericó Abramo e Isidro López avivan el regionalismo, el sentido de pertenencia, pero lejos están de ubicarnos realmente como una urbe competitiva, sustentable o numero uno para trabajar. La broma de “La mejor ciudad para vivir” está llegando demasiado lejos. De entrada, ya abrió la puerta a un fenómeno que se desconoce por completo y que se puede salir de control: llegan extranjeros a insertarse en una sociedad que de receptiva tiene muy poco, y en una ciudad cuya calidad de vida es engañosa por lo que dicen los rankings.
Cortita y al pie
Ajeno a la vida popular de Saltillo durante sus primeros 57 años de vida, ¿habrá visto Isidro López en tres años de administración –siquiera de lejecitos– la situación en la que viven miles de familias que habitan en la periferia? En pocas palabras: inmersos en un círculo vicioso de marginación, conflictos entre civiles y pobreza. Como refugiados, pero sin serlo.
¿Y no sería más importante atender a los que aún gobierna en lugar de mirar a otras latitudes?
La última y nos vamos
Por lo demás, si el objetivo es acercarse con la iniciativa al Nobel de la Paz, que Isidro López se lleve unos cuantos refugiados a vivir con él y Lourdes Naranjo a su casa de la Zona Dorada, y que a otros tantos los afilie al Club Campestre. A ver qué opinan sus vecinos y socios. A fin de cuentas se trata de solidaridad, ¿o también en eso hay simulación?
Cuidado con el éxodo. La ignorancia (y deseo de protagonismo) de uno puede afectar a casi un millón en la Región Sureste de Coahuila.
@luiscarlosplata