Lechuguilla, sobreviviente del desierto
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Todavía se explota el ixtle para fabricar cuerdas y cepillos, ¿podrá aprovecharse como combustible?
Fotos: LUIS SALCEDO
Texto: FELIPE RODRÍGUEZ
Con hojas fuertes y rígidas, de puntas endurecidas y afiladas, la lechuguilla (Agave lechuguilla) es un retrato del paisaje desértico donde puede hallarse, casi siempre sobre piedra caliza. Como esa roseta de hojas de medio metro de altura, la gente del desierto tiene que domar el poco amigable ambiente para extraer la escasa riqueza de la planta con la que sobreviven: sus pencas.
Tales fibras, más conocidas como “ixtle”, se aprovechan para fabricar mecates, tapetes, costales, brochas y cepillos, pero cada planta florece una vez en la vida antes de morir.
Actualmente hay trabajos de investigación para producir bioetanol carburante a partir de biomasa del agave lechuguilla, que se distribuye en el noreste de México, en unos 20 millones de hectáreas.
El néctar de las flores amarillas y tinte rojizo es un gran nutriente en la dieta de insectos, murciélagos y algunas aves, ¿podría la lechuguilla ser tan generosa con la gente del desierto?