Mirador 07/06/2021

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Ayer se fortaleció mi esperanza en el porvenir de nuestro país.
Vi a miles y miles de ciudadanos ir a votar, pese a lo largo de las filas en que debían formarse, y esperar quizá más de una hora para llegar a la casilla y depositar su voto.
Votar es un deber, pero es también un derecho. Será difícil que alguien, por poderoso que sea, nos arrebate ese derecho, verdadero ahora, ya no simulado como en los largos años de la dominación priista.
Creo que la democracia prevalecerá sobre cualquier intento de golpe autoritario. Pienso que los mexicanos, contrariamente a los habitantes de otras naciones de América Latina, resistiremos con fuerza mayor los embates de una voluntad absolutista. Tengo la certidumbre de que el ejercicio democrático se impondrá sobre la demagogia. Y rechazo absolutamente la idea de que los altos mandos de los institutos encargados de velar por la patria caerán en la insana tentación de acompañar en su aventura a un golpista que atentara contra la Constitución para instaurar la dictadura de un solo hombre. Si eso hicieran faltarían a su honor y su lealtad, e irían a parar en el basurero de la Historia.
La jornada democrática del 6 de junio me regaló la esperanza y la fe en México e hizo que creciera en mí el amor a nuestra patria.
¡Hasta mañana!...