Racionalidad demográfica: herramienta contra la pobreza
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“La capacidad de crecimiento de la población es infinitamente mayor que la capacidad de la tierra para producir alimentos para el hombre”. - Thomas R. Malthus
La reproducción y el aumento en la esperanza de vida van ganando la partida a la producción. Cada vez existe un mayor y mejor conocimiento respecto a la dinámica del crecimiento poblacional y su estrecho vínculo con la escasez de recursos. Este incremento está íntimamente vinculado con la pobreza y con la desaceleración del desarrollo.
En un sentido amplio, la dinámica de incremento poblacional es proporcionalmente mayor al incremento de las posibilidades productivas de las economías, generando una creciente escasez de bienes, lo que agrava la pobreza y afecta el proceso formativo de las nuevas generaciones disminuyendo el nivel de bienestar. El Estado, es responsable de procurar la satisfacción de necesidades básicas como salud, educación y alimentación. Cuando la población crece sin planeación, el Estado se encuentra ante la problemática de brindar con los mismos recursos y con capacidades limitadas, los mismos servicios pero a un número mayor de personas con suficiencia, calidad y oportunidad. En este sentido, es complicado mejorar la situación de una persona, sin empeorar la situación de otras.
Las variables demográficas básicas -como son el ritmo de nacimientos y defunciones-, se relacionan directamente con los niveles de pobreza, en el sentido que estas pueden causar “vulnerabilidad demográfica”. Ésta es definida como el cúmulo de características demográficas que coartan la acumulación de recursos y el goce satisfactorio de los derechos. Cada nacimiento, con una cada vez mayor esperanza de vida, conlleva una responsabilidad económica y social para todos (como contraparte de lo que algunos interpretan como Bono demográfico).
La “vulnerabilidad demográfica” se vincula con el déficit social que afecta a la población que se encuentra en un entorno de exclusión; origina desigualdades, provoca falta de oportunidades ocupacionales, compromete a la vivienda digna y agudiza la pobreza. Por otra parte, la “vulnerabilidad demográfica” aviva un ciclo en el que las condiciones desiguales de reproducción, hábitat y supervivencia están afectadas por la dinámica de la población y por la limitada disponibilidad de recursos y capacidad de producción.
Para los países, es deseable incrementar el PIB per cápita (aumento del Producto Interno Bruto dividido entre el número de habitantes), para ello es necesario que la economía del País crezca más que la población. Es sabido que un crecimiento poblacional excesivo es un riesgo para el desarrollo de un País. Al combinar crecimiento de la población con un escaso crecimiento económico -como el presentado en países subdesarrollados- decrece la viabilidad de alimento, empleo, vivienda y escuelas, con las consecuencias que produce esta situación: desocupación, marginación y otros efectos nocivos. Adicionalmente, es motivo de una de las principales explicaciones del alarmante y progresivo deterioro ecológico del planeta. Entre mayor sea la presión demográfica, se hace más difícil la distribución oportuna y equitativa de la producción. Por ende, podemos decir que la “sobrepoblación es sinónimo de desigualdad y de pobreza”. Esto fomenta que en países con un elevado número de habitantes y escasez de oportunidades (como es el caso de África, Asia y América Latina), existan grupos sociales que busquen oportunidades en el extranjero y que son expulsados por su país. Esto propicia un exacerbado fenómeno de migración como sucede en diferentes regiones del mundo.
La población, señalaba Malthus, crece geométricamente mientras que los alimentos y bienes crecen aritméticamente. No existen recursos suficientes para satisfacer todas las necesidades de consumo de una sociedad que se encuentra en un desmedido incremento. A causa de ésto, se ha comprometido la estabilidad del medio ambiente y la de los ecosistemas al incorporar mayores recursos naturales para el consumo y la necesidad de los aros vulnerables de utilizar cualquier recurso de la naturaleza para subsistir.
El reto al que nos enfrentamos consiste en saber cómo satisfacer las necesidades de las actuales generaciones y mejorar su calidad de vida, sin que esto signifique comprometer las necesidades de las futuras generaciones: Es fundamental crear conciencia para no comprometer el potencial del futuro por satisfacer los excesos en los requerimientos del presente.
Para que el desarrollo implique oportunidades y capacidad de elección, es primordial crear políticas de planeación demográfica y de cambio tecnológico orientadas a integrar a los diferentes grupos sociales, a moderar el crecimiento poblacional y contener la sobreexplotación de los recursos. El gran reto que afrontamos es que las personas sean sujetos de derechos que sean sostenibles en el tiempo.Entre mayor sea la presión demográfica, se hace más difícil la distribución oportuna y equitativa de la producción