Recordar y enseñar a 75 años de la liberación en Auschwitz

Politicón
/ 27 enero 2020

Es una oportunidad para reforzar los valores de la tolerancia y el respeto en nuestra sociedad

Dice Primo Levi en uno de sus poemas: “Ustedes que viven seguros/ En sus cálidos hogares/ Ustedes que al volver a casa/ Encuentran la comida caliente/ Y rostros amigos/ Pregúntense si es un hombre/ El que trabaja en el lodo/ El que no conoce la paz/ El que lucha por medio pan/ El que muere por un sí o un no/ Pregúntense si es una mujer/ La que no tiene cabello ni nombre/ Ni fuerza para recordarlo/ Y sí la mirada vacía y el regazo frío/ Como una rana en invierno/ Piensen que esto ocurrió:/ Les encomiendo estas palabras./ Grábenlas en sus corazones/ Cuando estén en casa, cuando anden por la calle/ Cuando se acuesten, cuando se levanten;/ Repítanselas a sus hijos./ Si no, que sus casas se derrumben/ Y la enfermedad los incapacite/ Y sus descendientes les den la espalda”.

EXTERMINIO

“Los campos nazis de exterminio cumplieron la función exclusiva del asesinato en masa. A diferencia de los campos de concentración, que servían primariamente como centros de detención y trabajo, los campos de exterminio eran casi exclusivamente fábricas sistemáticas de muerte”.

La llamada “Solución Final” fue la propuesta de los nazis para acabar con los judíos, se caracterizó por su “eficiencia industrial”. En Europa existieron alrededor de  37 campos de exterminio, entre los cuales se encontraban: Auschwitz, Sobibór, Dachau, Flossenburg, Bergen-Belsen, Buchenwald y Treblinka. Se estima que en esos diabólicos campos murieron 15 millones de personas, de los cuales 6 millones eran judíos.

“El campo de exterminio más grande era Auschwitz-Birkenau en Polonia, que para la primavera de 1943 operaba cuatro cámaras de gas (usando ácido prúsico o Zyklon B). Al culminar las deportaciones, hasta ocho mil judíos eran gaseados cada día en Auschwitz-Birkenau. Para noviembre de 1944, más de un millón de judíos y decenas de miles de Roma, polacos, y prisioneros de guerra soviéticos en este campo de exterminio habían sido gaseados”.

75 AÑOS…

Esto viene a colación porque el día de hoy se cumple el 75 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz por parte del Ejército soviético, cuando llegaron los rusos quedaban pocos supervivientes, muchos de ellos moribundos y a pesar que los hornos crematorios llevaban diez días apagados, el hedor de la muerte persistía en el aire.

El lema oficial de la conmemoración de este año es: “Auschwitz: recordación y enseñanza del Holocausto en pro de la justicia global’ y se hace hincapié en la movilización de la sociedad civil contra el antisemitismo y otras formas de discriminación para prevenir actos de genocidio en el futuro y garantizar el respeto a la dignidad y los derechos humanos de todas las personas”.

Días antes los nazis, amenazados por los aliados, decidieron trasladar a los detenidos hacia otros campos de concentración, mediante las llamadas “Marchas de la Muerte”: más de 60 mil personas debían caminar 63 kilómetros, se piensa que en esta marcha murieron más de 15 mil personas.

RECORDATORIOS DEL HORROR

Primo Levi, indiscutible testigo y escritor de los horrores del Holocausto y creador  del libro ‘Si esto es un hombre’, quien tuvo la fortuna de escaparse de la “Marcha de la Muerte”, irónicamente porque estaba enfermo de escarlatina, escribió: “Entonces, por primera vez, nos damos cuenta de que nuestra lengua no tiene palabras para expresar esta ofensa, la destrucción de un hombre. En un instante, con intuición casi profética, se nos ha revelado la realidad: hemos llegado al fondo. Más bajo no puede llegarse: una condición humana más miserable no existe, y no puede imaginarse”.

Por su parte, el creador de la logoterapia, Viktor Frankl, quien también escapó milagrosamente del Holocausto, comenta: “Todos los esfuerzos de los prisioneros se concentraban en una única tarea: sobrevivir un día más al esfuerzo agotador y a las exiguas raciones de comida, los 300 gramos de pan y el litro de sopa aguada que les daban para todo el día. No es extraño, pues, que las conversaciones y sueños de los prisioneros gravitasen alrededor de la comida: el hambre era la sensación que lo presidía todo.

Los nazis consiguieron que la existencia humana se redujese a la mínima expresión. De ahí que “el afán de procurarse alimentos fuese el instinto primitivo dominante alrededor del cual giraba el resto de la vida mental”.

Según Frankl, ante el horror del exterminio “sólo sobrevivían aquellos internos que endurecidos quizá por el deambular durante años de campo en campo, y en la lucha por la supervivencia, perdían todos los escrúpulos; aquellos que, con tal de salvarse, eran capaces de emplear cualquier medio, honesto o menos honesto, incluida la fuerza bruta, el robo o la traición a sus compañeros”.

REALIDAD QUE SUPERA LAS PESADILLAS

Continua Frankl: “Jamás olvidaré aquella noche en que me desperté con los fuertes gemidos de un compañero amigo que se agitaba en sueños bajo los efectos de alguna horrible pesadilla. Yo siempre me he sentido especialmente conmovido ante las personas que sufren delirios o pesadillas angustiosas. Decidí despertar al pobre hombre, pero en el último instante me detuve, retiré rápidamente mi mano asustado por lo que iba a hacer. Comprendí con rapidez, de forma descarnada, que ningún sueño, por muy horrible que fuese, podrías ser peor que nuestra actual realidad [en el campo], una realidad a la que estuve a punto de cometer la crueldad de devolverlo”.

LA NOCHE

El Premio Nobel de la Paz Elie Wiesel, quien también fue sobreviviente de Auschwitz hizo saber al mundo:

“Nunca olvidaré esa noche, la primera noche en el campo, que convirtió mi vida en una larga noche, siete veces maldita y siete veces sellada”.

“Nunca olvidaré ese humo. Nunca olvidaré las pequeñas caras de los niños, cuyos cuerpos vi convertirse en espirales de humo bajo un cielo azul en silencio. Nunca olvidaré esas llamas que consumieron mi fe para siempre. Nunca olvidaré el silencio nocturno que me privó, por toda la eternidad, del deseo de vivir. Nunca olvidaré esos momentos que asesinaron a mi Dios, a mi alma, y convirtieron mis sueños en polvo. Nunca olvidaré eso, incluso si estoy condenado a vivir tanto como Dios mismo. Nunca.”

Estos brevísimos testimonios nos hacen ver infinida de razones para jamás olvidar hasta donde puede llevar la maldad fundamentada, e inclusive justificada, en el fanatismo, el odio racial y en la estúpida creencia que existen personas superiores a otras.

SIEMPRE PRESENTE

Es fundamental recordar la negra historia del Holocausto ya que en pleno siglo XXI continúan existiendo, cada vez con mayor fuerza, innumerables muestras de xenofobia contra millones de personas, impulsados por gobiernos populistas (el peligro de estos gobiernos, entre otras razones, tiene que ver con sus postulados ideológicos de odio, división y desencuentro que proclaman entre sus gobernados) y grupos racistas que particularmente realizan proclamas antisemitas en Europa, en los Estados Unidos y, en general, en occidente.

Es urgente tener presentes las palabras que, en 1986, Levi proféticamente señaló al referirse a la posibilidad real que pueda repetirse las atrocidades del Holocausto, en las cuales urge al mundo a no olvidar: “Mientras sigamos vivos, es nuestro deber hablar, desde luego, pero a los demás, a quienes aún no habían nacido, con el fin de que sepan hasta dónde se puede llegar”.

Es una obligación moral de todos enseñar a la niñez y a la juventud la historia, la terrible infamia del Holocausto, precisamente, para que nunca jamás se vuelva a repetir. Es imprescindible educarlos, en casa y en las aulas, para que sus actos sean impulsados por la solidaridad, la tolerancia y la paz; para que permanentemente reconozcan y respeten la dignidad y los derechos de todo ser humano.

 

cgutierrez@tec.mx Programa Emprendedor Tec de Monterrey Campus Saltillo

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