Un día sin mujeres
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"Ni una mujer en las calles, ni una mujer en los trabajos, ni una niña en las escuelas, ni una joven en las universidades, ni una mujer comprando. #El9NadieSeMueve”.
La convocatoria a #UnDíaSinNosotras ha sido tan entusiastamente acogida por tantas mujeres, y respaldada por tantas empresas e instituciones del Estado, que probablemente el próximo lunes 9 de marzo estaremos en presencia de un día casi fantasmal y de formidable valor simbólico.
Esta estampa puede remitirnos a una escena cinematográfica cargada de ficción y con un planteamiento argumental inaudito: en un tiempo futuro, las mujeres, cansadas de ser agredidas, violentadas, asesinadas, deciden desaparecer un día de calles, plazas, jardines, comercios y oficinas. Pero infortunadamente ni la recurrente y extrema violencia de género ni la respuesta cuasi unánime de las mujeres son ficción.
Las agresiones a mujeres han escalado tanto en frecuencia, número y crueldad, y la impunidad ha imperado tanto, que en efecto las mujeres, para vergüenza social e institucional, requieren alzar la voz en protesta por décadas de exclusión y de violencia y en demanda de igualdad y justicia.
Lo harán de dos maneras: primero, el domingo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, con su multitudinaria presencia, y después, el lunes 9, con su inédita ausencia.
El movimiento es diverso en su unidad: hay motivaciones, razones, visiones y expresiones distintas. Ningún colectivo, y menos uno tan grande y tan plural, puede ser monolítico. Y qué bueno que no lo sea. Y que incluso haya mujeres que, en ejercicio de su derecho a pensar diferente, se pronuncien en contra del paro o de algunas de sus vertientes.
Se trata de un llamado libre a una comunidad libre en pos de un propósito inobjetable: lograr la igualdad y acabar con la violencia de género y otros ideales afines, objetivos en los que la unidad se fortalece, tanto es así, que con ellos nos identificamos una enorme cantidad de hombres que, sin afán de auto exculparnos ni de arrebatar banderas, rechazamos la violencia de género, los feminicidios y todas las expresiones machistas y misóginas.
Las mujeres han impulsado, convocado y organizado este movimiento, de manera que no es momento de sugerir, proponer o recomendar nada. Procede apoyar y desear lo mejor para esta doble jornada de domingo y lunes:
Que sea un hito en la historia de las mujeres por la reivindicación de sus derechos.
Que sea un factor de cambio real y sustancial en la calidad de la relación entre géneros.
Que lleve al Estado en su conjunto a articular políticas públicas de difusión, concientización y educación con enfoque de género.
Que impulse a los poderes e instituciones del Estado a mejorar el marco legal y su plena vigencia en favor de la equidad.
Que contribuya a ampliar las oportunidades para todas las mujeres.
Que ayude a reducir la violencia en contra de niñas y mujeres y a erradicar los feminicidios.
Que sensibilice a todos los servidores públicos relacionados con la atención de mujeres agredidas para acabar con la revictimización.
Que nos avergüence e inspire a todas y todos para comprometernos a impulsar y formar parte de un nuevo comienzo.
En síntesis, que sí pase algo distinto a partir del día siguiente.
Puede parecer utópico esperar estas consecuencias de sólo dos manifestaciones, así sean tan multitudinarias y significativas como las del 8 y 9 de marzo, pero si desear estos resultados es una utopía, que lo sea. Las grandes causas suelen avanzar a partir de utopías. Mucho éxito.