Una democracia imperfecta

Politicón
/ 16 junio 2017
true

Uno de los grandes ideólogos del liberalismo político fue el Alex de Tocqueville que en 1835 escribió el libro la Democracia en América. Su reflexión se da a partir de la visita que hace en 1831 a los Estados Unidos donde se da a la tarea de estudiar el sistema penitenciario norteamericano con la intención de aplicarlo en la sociedad francesa de la que es funcionario. Queda impresionado con un Estado social que en Europa no se conocía. En general, la estructura organizacional, se caracterizaba por la igualdad de condiciones. Y aterriza diciendo que en la nueva sociedad que se había conformado a partir de la multiculturalidad de numerosos contingentes se vivía un espíritu igualitario que partía de la puesta en práctica de las libertades políticas.

Ese “espíritu igualitario” por lo tanto, se convierte en el punto de partida de una sociedad democrática en ciernes. El tema de la igualdad entre muchos que habían venido a buscar nuevas oportunidades por la desigualdad experimentada por razón de creencias o ideologías se convirtió en el escenario de una democracia real. La igualdad se convierte en el piso básico para que se consideren todo tipo de libertades. 

Se trata por tanto de la aparición de un ethos donde todos se ven y se tratan como iguales, donde se da una igualdad de estima y donde las personas se reconocen mutuamente como iguales. Comienzo contextualizando con ese primer laboratorio democrático que funcionó perfectamente y así lo recoge y reconoce un Tocqueville emocionado en el libro citado que bien vale la pena leer, porque en esas latitudes y en esos años se da una aproximación nítida al ideal democrático.

En tiempos actuales quienes más se acercan a este ideal democrático según el informe The Economist Intelligence Unit (EUI) son los países a los que ellos denominan “democracias plenas”, entre ellas se encuentran Suecia, Islandia, Holanda, Noruega, Dinamarca y Finlandia, seguidos de Luxemburgo, Australia, Canadá, Suiza, Irlanda y Nueva Zelanda, EEU, Japón y  Bélgica. En América Latina quienes se encuentran dentro de este grupo son Uruguay con 8.17 puntos y Costa Rica con 8.03 puntos. En general, los países considerados “democracias plenas” en el Informe, son países donde las libertades políticas y civiles son respetadas. 

En ese sentido, para determinar el grado de democraticidad en un país la encuesta revisa el nivel de pluralismo, de libertades civiles, los procesos electorales, la cultura política y el funcionamiento del gobierno. Para que se dé una idea se sitúa a nuestro país dentro de lo que el Informe llama “democracias imperfectas” donde se encuentran Sudáfrica, Chile, Brasil, Panamá, Jamaica, Trinidad y Tobago, Argentina, Colombia, Honduras, El Salvador, Paraguay, Guyana, República Dominicana, Perú, Guatemala, Bolivia. Al nivel de todos estos países anda nuestra democracia.

¿Cómo andamos en esos rubros?   El pluralismo es una forma de pensar donde existen diversas formas de entender la realidad. Se caracteriza por la heterogeneidad social y por lo tanto; donde el respeto, la tolerancia y el dialogo juegan un papel fundamental. ¿Qué nos complica para entendernos y aceptarnos? ¿Qué valores priorizan los demás a diferencia de los tuyos? ¿Qué es lo que nos separa en este país que desde hace tiempo dejo de ser monista y paso a ser multicultural? En este orden de ideas tendríamos que comenzar pensando ¿Qué es independiente de lo que nos divide, lo que nos une? La pugna sistemática de los partidos, la discriminación en sus múltiples formas, la desigualdad social y la idea de que todos somos iguales, pero unos menos iguales que otros; entre otras cosas, dan cuenta de la falta de un sano pluralismo en nuestro país.

En cuanto a las libertades civiles que son derechos que protegen las libertades individuales se encuentran el derecho a la libertad de expresión, el derecho a la privacidad, el derecho a no someterse a allanamientos injustificados en el hogar, el derecho a un juicio justo en un tribunal, el derecho al matrimonio y el derecho al voto. No tengo mucho que decirle con respecto al tema de la libertad de expresión, porque es una de las terribles patologías sociales que perviven en México y evidentemente del derecho al voto que en últimos tiempos ha sido condicionado y hasta determinado, otro no menos importante es el tema de la privacidad de la que se han apropiado los grandes dueños del ciberespacio.

Y para ratificar el grado de democraticidad y el rubro en el que nos encontramos sería odioso preguntarle, sobre todo porque la sensibilidad nos afecta ¿Cómo son los procesos electorales en nuestro país? ¿Cómo es nuestra cultura política? Que aquí como decíamos en la entrega anterior remitimos la construcción democrática solo a tiempo de elecciones y finalmente ¿Cómo es el funcionamiento del gobierno?

Pluralismo, libertades civiles, proceso electoral, cultura política, funcionamiento del gobierno son variables que seguimos sin desplegar en nuestro país, en Coahuila y en Saltillo. Y si el gobierno no ésta dispuesto a promoverlas e impulsarlas ojalá que Usted y yo comencemos por nuestra libre y plena voluntad sin que nadie nos obligue a practicarlas como un hábito hacia lo que inevitablemente podría ocurrir en 2018.

Por supuesto que no le interesa a la clase política darse una vuelta por Noruega que es la mejor democracia del mundo según el Informe, o a Uruguay o Costa Rica  para ver que podríamos incorporar a nuestra imperfecta democracia que es en la que habitamos. Prefieren seguramente seguir así por los privilegios y canonjías de las que gozan. Mientras tanto nuestra democracia le seguirá apostando a la apatía, a la ignorancia, al desinterés, a la desinformación, a la impunidad, a la creación intencional de pobres y por supuesto al abstencionismo.

Si queremos aproximarnos a una idea más clara en lo real se requiere que comencemos a ser reflexivos, racionales, autónomos, tener en claro que vamos en el mismo barco, fomentar la discusión sobre el estado que guardan las políticas públicas y el funcionamiento del estado, ser responsables  la responsabilidad de los espacios públicos y por supuesto ahora más que nunca entender que el estado no ha podido con su rol y que requerimos incentivar nuestra participación. Sin duda, requerimos urgentemente una sociedad como la que impresiono a Tocqueville en 1835.

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM