¿Por qué los adolescentes son menos felices?

Opinión
/ 11 abril 2024

La semana pasada fue publicado el Reporte sobre la Felicidad (2024) a nivel mundial, y me impactó el dato que los adultos estadounidenses ocupan el décimo lugar, pero los jóvenes menores de 30 años el lugar 62. No comprendo, ¿cómo es posible que los adolescentes y jóvenes sean menos felices que los adultos? Los adultos, en general, tienen más estrés y responsabilidades que tienen que cumplir para responder a sus deberes de esposo, padres y profesionista. En cambio, los adolescentes jóvenes tienen la oportunidad de “disfrutar” más su vida con menos compromisos. Trataré de explicar este dilema en el presente artículo.

Si alguna vez necesitas hablar con tu hijo adolescente, mándale un mensaje en texto. Es más fácil que un adolescente ponga atención a un breve texto y sienta más libertad para hablar que escuchando una voz y más en presencia física. La mayoría de ellos se habituaron a fortalecer sus conexiones a distancia a partir de la pandemia.

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Puedo decir que más del 90 por ciento de los adolescentes tiene acceso a un teléfono inteligente a partir de los 12 años y claro que puede ser una forma maravillosa de mantenerse conectado, tener cierta seguridad y un acceso inmediato a un mundo de conocimiento.

El problema radica más en el uso excesivo y el impacto que está teniendo en la salud mental de nuestros hijos y nietos. Estas son algunas de las cosas que los psicólogos (y los padres) han visto desde el surgimiento del teléfono inteligente:

1) Comparaciones sociales negativas. El uso de sitios de redes sociales puede contribuir a la depresión y la ansiedad en los adolescentes como resultado de comparaciones negativas con compañeros (y celebridades), lo que resulta en una autoevaluación pesimista. Nuestros adolescentes comparan lo peor de sí mismos con lo mejor de los demás, sintiendo que se quedan cortos. Los adolescentes luchan con tratar de presentar una evaluación honesta de sus vidas en línea, con tener que impresionar a otros a través de una narrativa impecable. Esto es mucha presión y obviamente poco realista.

2) Sustitución del uso de medios digitales por encuentros de la vida real. Muchos adolescentes ahora prefieren enviar mensajes de texto a encuentros cara a cara. La pandemia empeoró la situación, ya que la conexión en persona se hizo más difícil. Si su adolescente ya está socialmente ansioso, sustituir los medios digitales de esta manera promueve la evitación del estímulo temido (socialización) y promueve un empeoramiento de esa ansiedad. En pocas palabras, no están aprendiendo las habilidades del mundo real que necesitarán para conectarse exitosamente con otros.

3) Déficit en la regulación emocional. Si ha visto a los adolescentes en su vida alcanzar sus teléfonos cuando están molestos o aburridos, pueden estar utilizando sus teléfonos casi como una manta de seguridad digital. Los investigadores sugieren que los adolescentes están buscando la distracción digital de las emociones aflictivas, evitando así esa experiencia emocional. El problema es que la regulación emocional exitosa es un componente crucial de la salud mental y el éxito general en la navegación por un mundo difícil.

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4) Privación del sueño. Quizás la preocupación más práctica relacionada con el uso de teléfonos inteligentes es que los adolescentes duermen menos, lo que está relacionado en gran medida con el uso de teléfonos inteligentes. No es inusual que la última y primera acción del día de un adolescente esté alcanzando su teléfono inteligente. Peor aún, nuestros hijos están durmiendo menos de lo que dormían hace 10 años. Muchos adolescentes incluso duermen con sus teléfonos. La falta de sueño es un factor que contribuye a muchos eventos adversos de salud y salud mental, incluyendo depresión y ansiedad.

Si queremos adolescentes más saludables y felices necesitamos trabajar fuertemente para ayudarles a depender menos de su teléfono y hacer más conexiones fuera del mundo digital. No los llenemos de privilegios y permisos ni digamos que no les falta nada porque sí les falta: presencia, diálogo, escucha, convivencia, comprensión y, especialmente, amor incondicional.

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