- 25 abril 2024
¿Por qué no nos importa el aire que respiramos?
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Respirar, lo sabe cualquiera, es una acción elemental, indispensable y forzosa que los seres humanos debemos realizar para mantenernos vivos. Dejar de respirar es imposible... o al menos no podemos dejar de hacerlo sin perecer.
Y aunque señalar lo anterior pareciera una obviedad excesiva, puntualizarlo resulta necesario para llamar la atención respecto del grave problema que representa para la vida humana el hecho de que el aire atmosférico se encuentre cada vez más contaminado.
¿Por qué? Porque la presencia de contaminantes −especialmente partículas con un tamaño tan pequeño que son imposibles de ver a simple vista− implica que al respirar las personas introducimos a nuestro cuerpo sustancias que, a mediano y largo plazo, promueven el desarrollo de diversas enfermedades.
Actualmente, la Organización Mundial de la Salud considera que el 7 por ciento de las muertes por cáncer de pulmón; 18 por ciento de las causadas por la enfermedad pulmonar conocida como EPOC; 20 por ciento de las provocadas por accidentes cerebrovasculares y 34 por ciento de las enfermedades cardiacas están vinculadas a la mala calidad del aire que respiramos la práctica totalidad de los seres humanos.
De este tamaño es el problema. Y se trata de uno que padecemos absolutamente todos, particularmente quienes vivimos en ciudades de países como México, donde las autoridades no han desarrollado políticas públicas orientadas a monitorear la calidad del aire y utilizar los datos provenientes de dicho ejercicio para el despliegue de acciones a favor de la salud pública.
Pese a lo dicho hasta aquí, el tema podría parecer lejano a quienes habitamos la zona metropolitana de Saltillo, por considerar que el asunto de “los imecas” es cosa de los habitantes de la Ciudad de México o, cuando mucho, de quienes viven en la zona metropolitana de Monterrey.
Para darnos una idea del problema que tenemos en Saltillo en estos momentos, baste mencionar que, de acuerdo con el monitoreo de la OMS, la calidad del aire que respiramos en la capital coahuilense se ubicó ayer 4.2 veces por encima del límite máximo establecido por dicha organización.
Para decirlo con mayor claridad: de acuerdo con la OMS, el nivel máximo de partículas suspendidas en el aire es de cinco microgramos por metro cúbico y ayer, todos los que vivimos en esta región estuvimos respirando aire con una concentración de 21 microgramos por metro cúbico.
Se trata de una situación que debería preocuparnos −y ocuparnos− a todos porque se trata de nuestra salud personal y la de nuestras familias. No estamos hablando de nada trivial, sino del elemento que, incluso por encima del agua, necesitamos de forma indispensable para vivir.
El aire que estamos respirando en Saltillo está, hoy, suficientemente contaminado. Cabría esperar que no haga falta llegar a la circunstancia de crisis de otras regiones de México y el mundo para que actuemos en defensa de nuestras propias vidas.
Encuesta Vanguardia
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