¿Por qué no usamos el agua tratada en Coahuila?
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En Coahuila se tratan poco menos de 5 metros cúbicos por segundo, pero apenas una quinta parte de esta se reutiliza. ¿Por qué no hemos hecho nada para revertir tal situación?
La primera recomendación que surge en cualquier diagnóstico sobre la situación del uso del agua en nuestra región es la de reutilizarla. El señalamiento es obvio: mejorar la eficiencia en el uso del vital líquido parece claramente la alternativa más sensata para una región con escasez de agua.
Sin embargo, formular el consejo es mucho más fácil que ponerlo en práctica. En primer lugar, porque para reutilizar el agua es necesario que primero sea saneada y, en segundo lugar, que el proceso de saneamiento sea uno que cumpla con determinados parámetros.
De espaldas a la lógica que plantea la necesidad de sanear el agua que se utiliza en los hogares y en la industria, en Coahuila apenas se limpian poco menos de 5 metros cúbicos por segundo en las 27 plantas de tratamiento que se encuentran diseminadas en el territorio estatal.
Pero incluso ese caudal es desaprovechado -en su mayor parte- y no se emplea sino un pequeño porcentaje en el riego de jardines o en los procesos industriales. De hecho, una de las mayores ineficiencias en este sentido se tiene en Saltillo, donde contamos con una planta de tratamiento capaz de sanear más de un metro cúbico por segundo, pero que entrega agua que solamente puede ser usada para el riego agrícola.
En efecto, por una razón que nadie parece dispuesto a reconocer o explicar, el diseño original de la planta de tratamiento de Saltillo no contempló la eliminación de los altos niveles de nitrógeno que contiene el caudal a su salida y que ha sido expuesto oficialmente en documentos técnicos.
De acuerdo con el “Anexo A” del Plan integral de reúso de las aguas residuales municipales tratadas de Saltillo, Ramos Arizpe y Arteaga, para que sea posible vender el agua tratada hace falta una “inversión adicional... para mejorar la calidad del agua residual... de acuerdo a los requerimientos de los usuarios de la misma”.
Otros documentos del mismo proyecto establecen que el agua de la planta tratadora de Saltillo sí puede tener un uso específico, pero solamente para riego agrícola.
Sin embargo, “Para hacer eficiente el reuso de las aguas residuales tratadas en la industria -específicamente en las áreas de enfriamiento o generación de vapor- es necesario un tratamiento especifico, para la disminución de los sólidos disueltos totales”, advierte el documento.
El problema con esta información es que la planta de tratamiento de la ciudad fue diseñada en 2007 y se concesionó su operación por 18 años, período que concluirá en el año 2025. ¿Por qué no se previó desde un inicio el diseño de una planta que efectivamente cumpliera los requerimientos para poder vender el agua tratada a la industria? O bien, ¿Por qué no se ha solucionado el problema?
Cabría esperar que quienes hoy tienen la responsabilidad de conducir las tareas públicas en la materia no solamente pudieran responder a las interrogantes anteriores, sino que tuvieran una propuesta concreta para revertir una situación que no solamente es criticable, sino intolerable.