Premio Selíder: Regalo de Navidad

Opinión
/ 23 diciembre 2024

Bello regalo fue ése, tanto más valioso cuanto más inmerecido... Envío un abrazo afectuoso a Javier Prieto. Enriqueció mi vida con ese regalo y con su ejemplo

Recibí un regalo de Navidad cuando la Navidad no llegaba todavía. Bello regalo fue ése, tanto más valioso cuanto más inmerecido. Escribió Elena S. Gaytán en una excelente nota publicada por “El Norte”, periódico del Grupo Reforma en Monterrey: “En Saltillo, su ciudad natal, Armando Fuentes Aguirre, ‘Catón’, recibió el Premio Selíder por su quehacer periodístico y social. Es la primera vez que el reconocimiento, este año en su edición 26, se entrega fuera de Nuevo León. Javier Prieto, presidente y fundador de Selíder, dijo de Catón: ‘Maestro de la palabra, cronista insigne, a lo largo de su vida y carrera ha sido mucho más que un periodista y escritor. Su estilo único, su humor inteligente y su sentido crítico han hecho de él un referente del periodismo y la literatura, ofreciendo siempre una visión auténtica y profunda de la realidad social del País’”. Señala esa nota: “La vocación social del escritor en las artes y la cultura ha quedado clara en proyectos como la estación cultural Radio Concierto y el museo instalado en la casona del siglo 19 de la familia del escritor. De su esposa María de la Luz, con quien compartió seis décadas de vida, recordó cuando fundaron hace 40 años el comedor Jesús María, en la comunidad rural Potrero de Ábrego, municipio de Arteaga, Coahuila, en los límites con Nuevo León. Dijo Catón: ‘No domino ningún arte y ninguna ciencia, pero poseo una gran habilidad: la de saludar con sombrero ajeno. El mérito de ese comedor se debe plenamente a mi esposa, que en la gloria de Dios se encuentra ya’. Añadió: ‘Tengo 86 años de edad, no sé si bien vividos, sí sé que bien gozados. En esa larga vida he aprendido algo: venimos a este mundo a ser felices y a dar felicidad a los demás. En eso consiste el arte de vivir; consiste en eso la verdadera sabiduría’. El público le brindó una larga ovación de pie”. Hasta aquí la nota. Desde 1987 Selíder lleva a cabo una generosa y eficaz labor que ha capacitado a decenas de miles de jóvenes para contribuir a la transformación social de sus comunidades. El presidente de la organización, Javier Prieto, es un hombre de calidad humana excepcional, cuyo liderazgo ha motivado a esos muchachos y muchachas a superarse, y ha hecho de ellos y ellas factores de cambio positivo en la sociedad. Durante la ceremonia de premiación, abarrotado el recinto donde se efectuó, evoqué a dos personajes a quienes tuve la fortuna de tratar. El primero fue el padre Roberto Infante, de Monterrey. En su parroquia tuvo un comedor en el cual daba diariamente de comer a 600 personas. Eso nos inspiró a mi señora y a mí para crear el nuestro, que él bendijo. Muy buena mano tuvo el padre Infante: el comedor sigue funcionando hasta la fecha. El otro señero personaje fue el sacerdote y escritor Joaquín Antonio Peñalosa, de San Luis Potosí. Tuve con él una amistad de más de 30 años, y por azares de la vida nunca me reuní con él: nuestro trato fue por teléfono y por carta. Un día me enteré de que sufría una enfermedad terminal. Los médicos le daban poco tiempo ya de vida. Le hablé, según yo para confortarlo, y el que me confortó fue él. Me dijo: “Mira, Catoncito –así me llamaba–. Lo único que siento en el trance en que me veo es que no haya ataúdes en los que pueda uno estar de rodillas, porque hasta muerto quisiera estar arrodillado dando gracias a Dios por todas las bendiciones que de sus manos recibí”. Lección de cristiano verdadero. Envío un abrazo afectuoso a Javier Prieto. Enriqueció mi vida con ese regalo y con su ejemplo de bondad y de servicio. Séame permitida una acotación final. Si escribí hoy del premio que me dio Selíder no fue para presumirlo, sino para agradecerlo... FIN.

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