Prevenir riesgos en las escuelas: tarea de todos

Opinión
/ 27 mayo 2022

Impedir que en nuestras comunidades ocurran tragedias como la registrada en Uvalde, Texas, no es responsabilidad sólo de autoridades educativas, sino tarea de todos

Luego de la más reciente masacre ocurrida en una escuela del poblado de Uvalde, en Texas, la Secretaría de Educación de Coahuila ha anunciado el inicio de una campaña orientada a mejorar la seguridad en los planteles educativos de la entidad.

El elemento central de esta campaña es el Protocolo de Actuación para la Prevención, Atención y Seguimiento de Riesgos en escuelas con el que se cuenta desde hace algunos años y que fue reformado en 2020, tras el episodio en el que un alumno del Colegio Cervantes, en Torreón, atacó a sus compañeros y profesores usando dos armas de fuego.

Sin duda es importante que los responsables del sistema educativo estatal mantengan actualizado y en operación un protocolo de esta naturaleza aunque, por fortuna, en nuestra sociedad no se encuentren presentes los elementos que desatan este tipo de eventos en los Estados Unidos.

Y es que a diferencia de lo que ocurre allende del Bravo, en México no existe el número de armas de fuego que poseen los particulares en el vecino país del norte y eso, por sí solo, es un hecho que reduce de forma importante el riesgo.

Sin embargo, sí hemos tenido episodios como el ya mencionado y en muchos hogares existen armas de fuego que no necesariamente se resguardan de la manera más adecuada.

Por ello es necesario enfatizar que la prevención no es una tarea que corresponda solamente a los profesores y personal administrativo de las escuelas, sino que constituye una responsabilidad colectiva de la cual todos los integrantes de la sociedad debemos hacernos cargo.

La educación en la cultura de la paz, indispensable para reducir los índices de violencia en cualquier sociedad, es una tarea que comienza en casa y somos los padres de familia los primeros responsables de inculcar en nuestros hijos la idea de que las diferencias deben resolverse siempre por medios civilizados.

Además del hogar, los distintos espacios en los cuales convivimos cotidianamente la iglesia, los clubes, el vecindario deben ser espacios en los cuales se practique la convivencia pacífica, pues sólo de esta forma disminuiremos la rispidez en las interacciones humanas.

A todos nos indigna y nos llena de preocupación el enterarnos de que un adolescente decida “desahogar” sus frustraciones personales disparando en contra de personas indefensas. Episodios de esta naturaleza sin duda nos conducen al desánimo porque evidencian que hemos extraviado la parte esencial de nuestra naturaleza.

Por eso es que a todos debe interesarnos también impedir que este tipo de hechos puedan registrarse en nuestro entorno cercano. Pero la preocupación debe conducirnos a la acción y esta no puede ser otra que la de asumir la parte de responsabilidad que nos toca.

Las autoridades educativas tienen que hacer su parte. Pero eso no será nunca suficiente si el resto de los integrantes de la comunidad no entendemos que nosotros también tenemos tareas que realizar en este sentido.

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