PRI, PAN y PRD: Los dirigentes partidistas, relegados y ausentes
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Los grandes ausentes del proceso electoral que está por terminar han sido y son los presidentes de los partidos políticos. Su mala fama los obliga a arrinconarse para no dañar tanto a sus candidatas. Participan, pero en un rol bastante secundario, al menos en cuanto a su exposición pública. De entrada, es positivo, importan las candidatas y sus propuestas. Más porquería sale sobrando. Su bajo perfil evidencia la enorme crisis por la que atraviesan los partidos políticos.
El presidente de Morena no es más que un cómplice del crimen organizado y puente entre éste y el poder público. Evidenciado quedó en el debate presidencial, las pruebas son contundentes. Por lo que hace a los tres chiflados, Jesús Zambrano sólo administra la liquidación del PRD. Alejandro Moreno, por su parte, se ha propuesto actuar como vocero de los tres aliados y lo está logrando. Pareciera que el PRI revive y aprovecha el momento político. No sólo Alito, otros dirigentes visibles de ese partido acaparan los espacios de la alianza que encabeza Xóchitl Gálvez.
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Alejandro Moreno se posicionó como protagonista de la alianza durante toda una semana. Mostró el colmillo que lo caracteriza y retó a Álvarez Máynez a que se sumara al proyecto de Xóchitl a cambio de su renuncia a la dirigencia del PRI y a su lugar como senador en la próxima legislatura. Obviamente el candidato de MC no iba a aceptar el reto, pero Alito fue astuto y acertado para aprovechar esa oportunidad.
En la presente coyuntura, el PAN es por mucho el partido principal de la alianza, pero el presidente del CEN está ausente y perdido en el abismo. No sirve ni como vocero en los programas televisivos, vaya, ni para tejer acuerdos políticos. De menos hubiera secundado a Moreno en su reto a Máynez. Sólo alguien tan torpe y corrupto como él, negociaría lo que negoció en Coahuila, para conseguir tan sólo que le vieran la cara.
La partidocracia atraviesa una crisis profunda y sus dirigentes son la cara más visible de esa crisis. Una vez pasado el proceso electoral se antoja un reajuste profundo en los partidos y en los ciudadanos, que pueda dar vida a nuevos partidos. Ese proceso de cambio partirá desde lo que decida la ciudadanía el próximo dos de junio, cuántos votos se den a cada partido y quién será Presidenta de la República. Si pierde Xóchitl, ¿nacerá otro partido a partir de la Marea Rosa? Si gana, ¿cómo se repartirá el pastel?
Dentro de una semana y media se celebrarán los comicios más grandes en la historia de México. Los ciudadanos opositores al gobierno de López Obrador y su heredera, tomaron las calles de México y de otros centros urbanos el domingo pasado. Manifestaron su repudio al régimen y dieron su apoyo abierto a los candidatos de oposición. Xóchitl Gálvez estuvo en su nivel más alto de todo este proceso, su discurso fue contundente. Quizá estuvo en un mejor nivel que cuando López Obrador cometió el error de cerrarle las puertas de Palacio Nacional.
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También se llevó a cabo el tercer debate presidencial. Para mi gusto, más aburrido que los dos anteriores. Xóchitl no aprovechó el empuje que traía bajo sus alas, gracias a la Marea Rosa que varias horas antes colmó la plancha del Zócalo y otros espacios públicos. En el debate se vieron cansadas las dos candidatas. Ya se aprecia el desgaste de una campaña tan larga. Ya falta menos, empecemos a pensar en el México posterior al 2 de junio.