¿Qué hay tras la ilusión de separación? Coqueteos con cierto mutismo en Saltillo

Opinión
/ 22 enero 2023
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¿Qué hace a la tradición?, ¿qué la conforma? Puede ser un gesto o actitud repetida durante, al menos, cien años. Esto implica una repetición que se imbrica en la mente colectiva. Así, cada acto, puede avanzar hasta convertirse en un uso constante o no. El pensar que “los de fuera” llegan a una ciudad a saludar y eso ofende porque se “quiere cambiar la costumbre” de no saludar, plantea de entrada dos temas de alta relevancia: la expulsión de la otredad, ropaje peligroso de la intolerancia que ya sabemos hacia dónde avanza y tiene diversos ejemplos históricos, y por otro, la ruptura comunicativa con el resto de los que “no son como uno”. Así se conforma una suerte de gueto o bando que se defiende, sin ser consciente de entrada, que la polinización de ideas es lo que ha nutrido a las civilizaciones. Que yo sepa, en Saltillo se saludaba desde años no tan lejanos, inclinando la cabeza y sujetando el sombrero, en caso de tenerlo; o sujetando el abanico o el velo, en caso de portarles. O simplemente una inclinación de cabeza y una sonrisa. Entonces, para decir que los de Saltillo no saludan y que esto es algo que los distingue, le faltan lustros. Hoy, incluso, la gente en Saltillo sigue saludándose entre sí. Quienes no saludan -infiero-, es por cuestión de algún estado de ánimo, porque no se conoce a la otra persona o por seguir en un cómodo silencio, pero esto pasa en todas las ciudades.

Sin embargo, ¿qué dispara en quienes se sienten ofendidos por el hecho de que existan personas que les saluden? Y por demás importante, ¿quiénes sí son de Saltillo y quiénes no? ¿Se propone acaso la visión metafóricamente hablando de los inmigrantes apestados? ¿De los que llegan “a contaminarlo todo”? ¿Qué es ser de aquí? ¿Cuántas generaciones hacen a un saltillense?

Es interesante observar el escozor que a algunas y a algunos les produce este tema del saludo, ¿indica tal vez una zona en la que se deba trabajar? o ¿se considera un tema con el qué arremeter para perpetuar la generación de bandos? ¿Qué se rompe o qué es lo frágil aquí? Hay algo que duele en la no aceptación de la otredad. Algo que obliga a tomar bandos y también esa es la historia del mundo, la identificación con el bando más popular en el trending topic de la banalidad de redes, o si no, sufrir la expulsión o la lapidación mediática y los memes. Pero hablando con la largura de los tiempos históricos, hay tradiciones de siglos esas sí horrendas que se defienden todavía hoy. No por eso son saludables.

Finalmente, un acto repetitivo puede escalar hacia el aumento o hacia su decremento. Brindo por una ciudad cuyos ciudadanos en general, bien vienen a la diferencia y saben que la polinización es un ingrediente esencial para la vida de las civilizaciones. Personas que han nacido en Saltillo no se sienten ofendidos por el saludo, lo leo en espacios de tránsito como taquerías, restaurantes, comercios en donde la gente responde o incluso saluda, esa es la condición de la interacción. También amigas y amigos nacidos en Saltillo me abrazan cálidamente y no lo percibo como una invasión, incluso personas a las que apenas conozco me sonríen, dan la mano o un fuerte abrazo. Me ha tocado saludar en la calle y ser correspondida. También no serlo. No por ello voy a dejar de saludar cuando veo que ese gesto puede activar la comunidad y el intercambio de mundos. Incluso, si reflexiono un poco, son más los saltillenses quienes se me han acercado a través de charlas personales o de redes sociales para saludar, de lo que yo misma he intentado.

Por fortuna, los habitantes de Saltillo en general no comparten esta mirada de separación ilusoria, si no, estaría yo aislada -porque no nací en Saltillo-. Aquí he conocido hermosas personas que han permitido la polinización. Sí, personas cultas de lo que se dice mundo culto en su apertura: vendedores ambulantes, oficiantes, empresarios, artistas y doctores en letras españolas, por citar algunos ejemplos.

Un no saludo puede tener varias lecturas, un par de ellas tiene que ver con el no abrirse al mundo del otro, con no destinar tiempo a la conexión. Un saludo permite conocer con toda la complejidad, los hábitos, gustos y fobias del otro. Somos trashumantes y con nosotros cargamos prácticas que expresan mundos.

Cierta intolerancia también se viste de ropajes finos. ¿Es acaso que se coquetee con la idea de constituir en un rasgo de los saltillenses este no saludo?

¿Qué opinarían las y los psiquiatras lacanianos, sociólogos y antropólogos de la defensa de lo planteado por algunos como una característica única de los saltillenses en esto del no saludar? Y por cierto, en este tenor, ¿qué es la salud mental del cuerpo social?

El verbo saludar proviene del latín salutare, que significa desear salud.

claudiadesierto@gmail.com

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