Que la Navidad nos cubra a todos con su magia

Opinión
/ 23 diciembre 2025

La Navidad nos invita a detenernos, a reencontrarnos con lo esencial y a renovar la solidaridad; que esta Nochebuena renueve nuestras esperanzas y nos acerque a una mejor comunidad

El fin de cada año constituye un momento particular en la vida de los seres humanos. Y es así porque hemos dado en utilizarlo –y hacemos bien en hacer tal– para marcar un alto en el camino y reflexionar acerca del sentido profundo de nuestra existencia.

Más allá de las creencias religiosas asociadas a la fecha, la Navidad es una oportunidad espléndida para desacelerar, para amainar el ritmo vertiginoso con el cual vivimos la vida de forma cotidiana. Es un remanso en el fragor que la vida moderna nos impone.

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Y bajar la velocidad es importante porque eso nos permite poner atención en los detalles, dedicarle espacio a las minucias de la vida, que solemos pasar por alto en el día a día que nos hemos impuesto. Esto es importante porque la vida, a final de cuentas, está hecha de esas minucias.

En esta época nos permitimos recordar que, si bien es relevante el esforzarse cotidianamente por alcanzar metas relacionadas con el estudio, el trabajo o los negocios, tales objetivos carecen de relevancia si no están conectados con el sentido más profundo de la existencia: ser felices.

Por ello, el momento de reflexión que nos entregan las festividades decembrinas –y que nosotros permitimos y alimentamos– es mucho más que el intercambio de objetos materiales o los rituales a los cuales nos entregamos con nuestros seres queridos.

La oportunidad es propicia para recuperar lo mejor de nosotros mismos, para reflexionar sobre el valor de la existencia, entendido este, no a partir del inventario de bienes materiales que hayamos acumulado o que añoremos, sino de los tesoros inmateriales que poseemos.

La esencia más íntima de lo que nos hace humanos y nos distingue del resto de las especies aflora en estas fechas y acaso nos permite recuperar el rumbo que el vértigo de la cotidianidad nos hace perder de vista. En ese sentido, la Navidad se convierte en una oportunidad para recuperar lo mejor de nuestra esencia y, con ello, lo mejor de la vida en sociedad.

Porque a final de cuentas, la vida no se vive en solitario, sino en comunidad. La impronta natural que nos determina implica que construyamos comunidades y convirtamos a la solidaridad, es decir, a la capacidad de cooperación que nos distingue, en el elemento que nos permita concretar la mejor versión de nosotros mismos. El propósito anterior, por cierto, solamente adquiere virtud cuando lo conseguimos de forma individual y colectiva.

En VANGUARDIA deseamos que esta Nochebuena sea una que le permita a usted, a sus seres queridos y a todos con quienes comparte la existencia, revitalizar el sentido de solidaridad que haga posible avanzar en el propósito conjunto de ser mejores para nosotros mismos y para los demás.

Que la magia de la Navidad nos alcance a todos y que en ello se cumpla el propósito de que unidos podamos contribuir a lograr una mejor comunidad en la cual crecer y desarrollarnos.

¡Feliz Navidad!

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